Día 1

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Nota:

Queridos lectores,

Dada la difícil situación que nos está tocando vivir en todo el mundo, pero sobre todo en países como España donde nos esperan largos días de encierro, se me ha ocurrido que debía de hacer algo para poder sobrellevar mejor esta crisis, y si puedo, conseguir entretener aunque sea unos minutos a otras personas y hacerles estos días un poco más llevaderos.

Es por eso que he iniciado este nuevo proyecto, se me ocurrió la idea de compartir un pequeño fragmento cada día de la cuarentena, o bastante a menudo, como si cada día de cuarentena fuese una página del nuevo diario personal de Zelda. No sé a dónde me llevará este proyecto, simplemente dejaré que fluya sin más.

¡Mucho ánimo y fuerza a todos en estos momentos!

Con cariño,

-Nyel 2/23-Juliet

PD: The Legend of Zelda y sus personajes no me pertenecen.

***

Día 1

Como no sé en qué día estamos, he tenido que decidir que hoy sea el día 1, pero ¿qué día será?

Sé que es el tercer día desde que llegué a Kakariko, eso lo sé con total seguridad. He estado durmiendo, demasiado, y todo sigue nublado y confuso en mi cabeza, pero las veces que he despertado he visto pasar por mi ventana dos lunas diferentes, la última más creciente que la anterior.

La muchacha que me trae comida ha llevado tres obis distintos, uno violeta, uno verde lima y el de esta mañana era rojo con un estampado con diminutos pétalos de cerezo. Hoy, además de saludarla, le he preguntado qué tal está. Apenas ha podido murmurar un "bien", ha dejado la bandeja en la mesa y se ha ido. Pero ha vuelto, más tarde, con el diario. También lo ha dejado en la mesa, con plumas y tinta suficientes para llenar todas las páginas en blanco.

Tiene la firme disciplina sheikah, además de los ojos rojizos y el pelo plateado de la tribu. Es joven y muy trabajadora. No habla, no se puede decir que hayamos tenido una conversación formal. En parte es por mi lamentable estado, he estado vegetando y aún lo sigo haciendo, ¿cómo entablar una charla con alguien en mi situación? En parte también es porque es muy tímida y lo evita a conciencia. Pero creo que podremos intercambiar algunas palabras más, poco a poco. He decidido que me cae bien.

De momento no me ha dicho por qué me ha traído un diario, ni tampoco sé si alguien le ha pedido que me lo traiga, ¿habrá sido idea suya? ¿Qué pensará de mí? ¿Quién le habrá dicho que se ocupe de mí? ¿Habrá sido Link?

Hay demasiadas preguntas en mi cabeza, y también hondas lagunas. La última vez que cerré los ojos estaba en la llanura frente al castillo, y cuando los abrí me topé con estas cuatro paredes. Sólo he visto a la chica, no sé si en esta casa vive alguien más y tampoco he sido capaz de averiguarlo. No he salido de aquí porque apenas puedo moverme, aunque cada día noto mejoras. Ya puedo caminar de la cama al escritorio sin apenas marearme, y el hormigueo de las piernas es cada vez menor. Mis brazos, mis pies, mis manos... vuelven a funcionar poco a poco. Han estado tanto tiempo engarrotados e inmóviles que supongo que es normal. Ahora que tengo este diario aprovecharé para hacer una monitorización de cuál es mi estado físico y cómo evoluciona.

Tal vez un día cualquiera muera.

El primer día lo pensé varias veces: "Zelda, tal vez mueras, al fin, tal vez ese hormigueo que sientes es la sensación que precede al final". Tal vez la Diosa Hylia sólo me mantuvo con vida para ser capaz de ayudar a Link a liquidar a Ganon, y tras eso no soy más que un contenedor vacío que ha dejado de ser útil, una vez cumplido su servicio. No noto el Poder Sagrado, es muy posible que me haya abandonado para siempre. Tampoco me he esforzado en intentar volver a sentirlo, estoy tan cansada... a lo mejor la muchacha me ha dejado el diario para que reflexione sobre eso. O tal vez lo ha hecho para que me dé cuenta de que no he muerto y sigo viva. La verdad, me da igual. Llevo tanto tiempo preparada para morir que la idea se ha convertido en algo casi vulgar. Si mañana no abro los ojos, no pasará nada. Si mi espíritu se desvanece, tampoco pasará nada. Después de todo, no merezco un trato mejor que el de todas las almas que...

No. No estoy preparada para hablar de eso. Otro día tal vez. Hoy no.

Ahora lo mejor es concentrarme en anotar mis síntomas. Y contaré los pasos que soy capaz de dar sin marearme. Y trataré de hablar con la chica de los ojos bonitos.

Maldita sea, me duelen los dedos al escribir. Antes podía escribir incontables hojas en blanco en un día y ahora... Antes. Ya no queda nada de eso del antes, del mismo modo que no queda nada de mí, o de quién era yo. Ahora soy un libro en blanco, como este diario, sólo que con las páginas más gastadas y amarillentas.

Bien, cambiar eso también puede ser una meta. El paso más difícil es escribir una palabra y luego otra y otra.

En Kakariko, entre las cuatro paredes, junto a la ventana,

-Zelda B.


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