La última página

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No podíamos ni imaginar el alboroto que había en la Posta de Idilia.

Al acercarnos Lobo estaba tan excitado que no paraba de dar vueltas y de ladrar. Está claro que él también prefiere la vida tranquila, lejos del bullicio.

"Es la fiesta de las flores o algo así.", dijo Link, arrugando el ceño.

Cierto, la primavera estaba muy avanzada y nos acercábamos al verano. Al estar tantos días en las montañas y la Estepa, casi no nos habíamos dado cuenta de que el buen tiempo estaba a la vuelta de la esquina.

"Podemos dejar los caballos y acampar lejos si tú quieres.", Link inspeccionaba mis reacciones con el mismo cuidado con que inspecciona un camino peligroso, es la misma cara que pone cuando se asoma a una sima.

"No te preocupes por mí", sonreí, restándole importancia, "además, dudo mucho que hay sitio en la Posta, hay un gran campamento alrededor, ¿cuánta gente habrá ahí?"

"Pues no lo sé, pero al parecer celebran esa fiesta de las flores desde hace años y se suelen reunir comerciantes y gentes de pequeñas aldeas escondidas."

"La gente no me asusta", dije, para dejar más clara mi postura. Entendía que él prefiriese asegurarse de que no me parecía mal, dadas mis reacciones las otras veces que nos hemos quedado en las postas.

Descendimos de la montura y nos aproximamos a pie para no montar aún más bullicio. Había música y llegaba el olor de la comida asada en la parrilla.

"Tú no puedes venir", dijo Link a Lobo, "¿entiendes? No-puedes-venir. Ahí. Quédate-ahí."

No pude evitar soltar una carcajada, siempre le habla separando mucho una palabra de la otra como si Lobo pudiera procesarlas de alguna manera. Lobo aprovechó para lamer el dedo con el que Link le estaba dando las instrucciones y después movió la cola, más excitado aún por el buen olor de la comida.

"Pobrecito, ¿no podemos llevarlo con nosotros, Link? Podemos decir que es un perro grande, no le hará mal a nadie."

Al final no hubo necesidad de nada de eso, no nos quedó más remedio que acampar en los alrededores de la posta al no haber espacio ni camas libres, así que Lobo puedo estar con nosotros tranquilamente.

Sólo pasamos una noche ahí, una noche incómoda y ruidosa, en la que apenas pude pegar ojo por el alboroto y el ruido del campamento. Al alba Link, Lobo y yo partimos rumbo al templo olvidado, esta vez con seguridad y habiendo dejado nuestras cosas a buen recaudo.

El descenso por el cañón de Tanagar no fue fácil, hacía mucho calor, más del que debería para esa época del año, y no estoy acostumbrada a escalar ni a deslizarme por paredes de roca. Lobo tuvo que esperarnos en la cima de lo que parecía el techo de una inmensa construcción de piedra. ¿De veras alguien construyó algo así dentro del cañón? O tal vez la pregunta es, ¿qué fue primero, el templo o el cañón?

Él es un experto escalador. Y el más atento de los compañeros, no da un paso sin asegurarse antes de que el mío es firme, y eso me hace creer en un futuro para nosotros dos. Porque sé que, aunque otra oscuridad nos aceche, sea del tipo que sea, siempre quedará una última esperanza para nuestras dos almas. No se trata de un castigo de la Diosa, ni él es un instrumento para utilizarme y sacar lo que había dentro de mí, ni hay nada perverso ni manipulado por las diosas en estos sentimientos. Cuando se trata de la batalla del bien contra el mal, la ayuda que nos prestamos unos a los otros es todo lo que importa.

"Ahí la tienes".

Link había llevado un candil para iluminar nuestro paso por el Templo Olvidado, pero no hizo falta. La luz se colaba por un agujero que había en el techo, y se podía ver bien. Era una estatua de la diosa como las que había visto antes, como tantas frente a las que había rezado.

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