Día 12

946 90 57
                                    

Hay más gente buscando al hermano desaparecido.

Las Postas, estos establos destartalados, se alzan por diferentes puntos del reino. Son como una pequeña red de comercio, refugio... y también de información. Link habló con un comerciante, que había hablado con un viajero, que a su vez había hablado con un pastor, y todos dicen que el joven viajó al sur. Ninguno de ellos coincide en sus motivos: buscar un tesoro, iba a ver a alguien, había encontrado algo... pero sí coinciden en que viajó al sur.

Es por eso que, durante un día, un largo día en el que lo único que hizo fue diluviar sobre nuestras cabezas, Link y yo viajamos hacia el Lago Hylia.

Durante ese largo día, apenas intercambiamos palabra. Link estaba tenso, podía verle cabalgar con las mandíbulas tan encajadas que temí que fuera a hacerse daño. Supongo que tenía todos sus sentidos en intentar que nuestro paso fuese seguro a pesar del aguacero, y también supongo que tanta lluvia había afectado a su buen humor. No es tan invulnerable como él se cree, y me doy perfecta cuenta de cuándo algo le fastidia profundamente. Le fastidia no encontrar un sitio seco para detenerse a descansar, le fastidia no poder encender un fuego para calentar comida. Y le fastidia no poder cocinar algo, aunque sea un poco.

Esa noche no pegamos ojo, ninguno de los dos.

Nos quedamos bajo un árbol que tenía las ramas tan cargadas de agua que era casi lo mismo que si hubiésemos parado al raso. Link desenlió la lona de la tienda de campaña que lleva en su equipaje y consiguió atarla a una rama y al tronco del árbol. Ahí debajo al menos no llovía, aunque no pudimos secar nuestras ropas como la otra vez, así que ambos permanecimos sentados, él en una especie de estado de semi alerta.

"Si no duermes, mañana te caerás del caballo.", murmuró. O más bien siseó las palabras, aún estaba enfadado.

"Lo mismo digo."

"Yo vigilaré que nada pase en toda la noche, puedes descansar tranquila."

"Muy bien."

"No piensas dormir, ¿verdad?"

"No."

Durante un rato estuvimos en silencio, o bueno, lo único que se oía era el ruido de la cortina de agua a nuestro alrededor, repicando sobre las hojas y las ramas del árbol.

"¿No vas a escribir todo esto en tu diario? Es una gran aventura."

Podía saborear el fastidio en cada una de sus palabras, y no se por qué, eso me hizo sonreír, aunque trataba disimularlo delante de él. Si él descubriese que me hace gracia verle tan enfurruñado, eso sólo habría servido para que se enfadase aún más.

"No es buena idea escribir con tanta lluvia. Mi diario podría mojarse y ahí guardo información de vital relevancia."

"Vaya, vital relevancia."

"Sí. Cosas mías."

Aunque sus ojos estaban clavados en el infinito y en ese momento tenían el color del hielo, podía leer su curiosidad latiendo debajo.

"¿Qué cosas?"

"Link, nadie va contando por ahí lo que escribe en un diario personal. Es privado.", dije, sin poder evitar la risa esta vez.

"Así que no me vas a dejar leerlo."

"¡Claro que no! ¿Pensabas que iba a dejarte leerlo en algún momento?"

¿Qué se habrá creído Link que es un diario? ¿Una gaceta de noticias de la corte que cualquiera puede leer a placer?

"Lo leeré cuando no te des cuenta."

FracturasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora