Capítulo 3

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Alexandria

He estado varias semanas viendo los curriculums que han llegado a mi correo electrónico. Nadie parece adecuado. Hay demasiados candidatos, la verdad. Algunos pocos sé que son del pueblo y al conocerme han puesto en una esquina de su nombre una V, una S, una SL o H, de esta manera sé si es un Vampiro, Shifter, Ser de Luz o algún Híbrido. Le daré unos días más a la convocatoria a ver si algo aparece, pero realmente no siento que ninguno sea lo que busco. Aunque, ¿qué busco en realidad? No lo sé bien, solo es como si algo me guiara.

Tomo los cinco currículos que me parecen decentes y los saco en una carpeta aparte. Tengo desde hace unos meses una extraña sensación, un escozor en mi pecho y solo pienso que tal vez mi pareja ha muerto. Según sé, cuando la pareja de uno muerte lo sentimos, y debemos esperar a que vuelva a nacer. Entre más cerca esté, más dolor se sentirá. Tanto mi hermano como yo habíamos experimentado esta sensación en varias ocasiones. Casi siempre fue tan leve, tan fugaz que apenas entendimos lo que era. Pero esta vez se siente fuerte, cada vez más cerca.

Estoy sentada en mi escritorio, haciendo algo de trabajo. Envío unos mails y recibo otros. Mi compañía textil está más que estable y creciendo después de tanto tiempo. Lo que comenzó como una central de algodón como todo en el sur ahora es toda una compañía de ropa. Termino de contestar el último correo cuando el teléfono suena.

—Buenos días, casa Walkers. —contesto, pensando que será alguien de la compañía, pero todo permanece en silencio; miro el identificador y me doy cuenta que es local, no puede ser de la empresa porque está en Pensilvania — ¿Bueno, hay alguien? —repito a ver si me responden.

—Sí, lo siento. Buen día, me llamo Margaret Callahan, llamo por el anuncio en el periódico sobre la plaza de institutriz, ¿aún estará disponible?

Me quedo en silencio al escuchar su voz. Siento cómo mi corazón da un salto y comienza a latir rápidamente. Todo dentro de mí me dice que es ella, la única, para quien fui hecha, y la quiero aquí.

— ¿Bueno? —ahora es ella quien seguro duda si hay alguien al otro lado.

—Todas las solicitudes deben ir al correo electrónico. —digo entonces, pensando que así tendré pronto información sobre ella.

—Lo siento, es que no tengo correo, ni acceso a una computadora ahora mismo. Me pregunto si podría realizar una entrega en persona y una entrevista, me movilizaría a donde diga.

Intento tranquilizarme y suelto un suspiro. El hecho de tenerla en mi casa tan pronto como sea posible me tiene desesperada.

— ¿Tiene los documentos necesarios consigo? —no me interesan sus documentos, en definitiva está contratada, los demás curriculums ya están estrujados en mi mano, listos para el descarte.

—Sí, claro. —me contesta rápidamente, su voz es suave.

—Bien. Mañana a las 9:00 a.m. en mi casa entonces. Puede venir y le haré la entrevista.

—Bien, ¿me podría dar la dirección?

—Sí. —mi voz se nota algo estrangulada y solo deseo atravesar el teléfono y llegar a ella.

—Un segundo.

La línea se queda en silencio y luego a lo lejos la oigo pedir un bolígrafo a alguien. No me agrada que esté cerca de nadie.

—Ya tengo con que anotar.

— ¿Dónde estás? —inquiero, los sonidos de fondo parecen de algún lugar público y me pregunto si está bien.

—En una cafetería.

— ¿Estás llamando desde allí? —hago la obvia pregunta.

—Sí.

Crónicas de Vampiros// La Institutriz de la VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora