Capítulo 6

3.5K 260 24
                                    


Alexandria

La sangre me hierve aún de solo pensar por todo lo que ella ha pasado. No debió haber pasado por eso, ese ser no debería siquiera caminar en este mundo. El único deseo que tengo en mi corazón ahora mismo es ir a ese sitio y yo misma abrirle el corazón y antes que muera comer de él solo para gozar del horror en su rostro.

—Esto... es... ¿es un contrato de matrimonio? —regreso a la realidad y veo la consternación en sus ojos.

—Sí. Está todo perfectamente redactado. —siento el pánico en ella y la incertidumbre crece en mí.

Por todos los Antiguos, ¿debí escuchar a Suniva? Ella me aconsejó hacer esto. Me dijo que eso hizo con su compañera, que tenía un término de 30 días, si no se casaba con ella en ese plazo podía irse a donde prefiriera. Ahora que lo pienso, suena absurdo. Seguro me mintió, ella jamás haría algo así y aquí estoy yo, saliendo con esto. Decido que ya no voy a echarme hacia atrás.

—Según usted, ¿cómo esto me ayudará? —parece molesta.

—Bueno, si te casas conmigo te puedo asegurar aun mayor protección.

— ¿Entonces si no me caso contigo no estoy segura? —su voz suena enojada y me asusta que todo salga mal.

—Claro que sí, siempre estarás segura. Pero casándote no te encontrará: tu apellido cambiará y, sobre todo, el bebé llevará mi apellido, lo reconoceré como hijo nuestro, y ese hombre jamás podrá acercarse.

— ¿Cómo puedes estar segura de eso? ¿Cómo sabes que no reclamará ningún derecho?

—Podrá ser un narcotraficante, pero acá yo soy más importante, mi familia es importante, así que no hay forma que pongan la credibilidad de alguien como él por sobre mi familia.

— ¿Estás segura? —la molestia en su voz se torna duda y es un paso para mí.

—Cien por ciento. —el poder proteger a su bebé en camino es lo que parece convencerla.

—De acuerdo, eso espero.

Ella toma uno de los tantos bolígrafos que tengo en mi escritorio y va a firmar el contrato.

—Léelo bien, tiene varias especificaciones. —ella lo recoge y vuelve a analizarlo, bufando al ver algunas cosas.

—Seguro que sí, cambiar mi apellido, ¿cambiarme de habitación a la tuya? —al leer esa cláusula su cabeza se levanta rápidamente.

—Bueno, si somos un matrimonio debe parecer normal, ¿no? —entrecierra los ojos hacia mí —No te tocaré, mi habitación es lo suficientemente grande para que ambas durmamos sin ser en la misma cama.

—Dios, paso de un carcelero a otro. —sus ojos echan chispas y estoy a punto de retractarme de todo.

—No te estoy encarcelando, te propongo un trato: puedes aceptarlo o no. —me indigna que me compare con el malnacido que abusó de ella.

—Y si no lo acepto soy vulnerable a Ricky. —protesta y puedo ver un escalofrío sacudir su cuerpo.

—Jamás dejaré que él siquiera se acerque a ti. Solo quiero tener un plan de resguardo, que sea más fácil —ella asiente —. Todo sigue igual, sales cuando quieras, claro, ahora con más protección dado que sé lo que sucede.

—Supongo que es mi única opción.

—Maggie, te prometo que jamás te haré daño. —se queda mirándome para finalmente asentir.

—Creo que necesito descansar. —se reclina en la silla, luciendo derrotada, y mi alma se siente igual.

—Mañana iremos al pueblo a que un médico siga de cerca el embarazo. Por lo que he visto no estás teniendo control, ¿cierto?

Crónicas de Vampiros// La Institutriz de la VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora