Capítulo 10

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Margaret

Me despierto sintiéndome sola en la cama. Me muevo, buscando a quien me brindó abrigo toda la noche, pero no hay nadie a mi lado. Al abrir los ojos confirmo que el lugar que normalmente ocupa Lex está vacío. Me estiro en la cama, sintiéndome más laxa de lo que lo he hecho jamás en mi vida. Todo mi cuerpo se siente diferente, pero aún mejor, siento que tira de mí, necesitando a Lex incluso más que antes.

Me levanto de la cama y voy al baño por mi higiene matutina. Al mirarme al espejo noto dos puntos color oro en la unión entre mi cuello y hombro. Toco la marca suavemente, sintiéndome enormemente especial. Me doy un baño rápido, con la urgencia de volver al lado de mi compañera. Compañera. La palabra es enorme y me encanta. Termino pronto para encontrarme con ella.

Bajo las escaleras y entro a la cocina, donde estoy segura de que está. Es así, está con las gemelas en la mesa, desayunando. En tanto entro me sonríe ampliamente.

— ¿Dormiste bien?

—Estupendamente.

Camina hacia mí, dejando un beso en mis labios.

—Bien. Tengo el desayuno, Evangeline lo dejó preparado.

— ¿No está?

—No, ella salió temprano. Es el cumpleaños de su hijo y fueron a una fiesta.

— ¿Cuántos cumple?

—Creo que 120.

—Entonces ¿es más viejo o joven que tú? —corto un trozo de mi tocino y lo mastico.

—Wow, me acabas de hacer sentir sumamente vieja —ríe, llevando el cáliz que siempre usa a su boca —. Yo soy más antigua que él. Si piensas en los años desde mi creación tengo unos 154 años, si sumamos la edad que tenía al momento de convertirme entonces son 175.

Alzo las cejas, impresionada.

—Wow.

—No me hagas sentir vieja, cariño.

— ¿Cómo te sientes? —inquiero, ahora señalando su brazo.

—De maravilla.

Levanta la manga de su camisa. Su brazo, antes por poco negro, tiene un color casi normal, apenas un tono rosáceo.

—Oh, Dios, cariño. —tomo su brazo.

—Es porque eres mi pareja.

Me da otro beso y oímos la risa de las gemelas.

—Mamá y Maggie se aman. —dice Becca en sílabas separadas mientras ríe.

Becky inclina la cabeza.

— ¿Mamá nueva? —pregunta ella, mirándonos para luego reír.

—Bueno...

Las gemelas llaman constantemente "mamá" a Lex y ella muchas veces las corrige y les cuenta historias de sus padres, pero supongo que aún no pueden entenderlo del todo.

»Bueno, no importa. ¿Por qué no tomamos un vigorizante desayuno y luego tenemos un día perezoso?

—Me parece estupendo, pero primero a desayunar. —me siento junto a las gemelas mientras empiezo a comer.

— ¿No... no se supone que si yo soy tu pareja ya puedes comer y salir a la luz?

—Debo ir lentamente. Si salgo ahora el sol no me carbonizaría, pero seguro me pondré tan roja como una langosta.

— ¿Estás segura que funcionó?

Su mano va a mi cuello y con la punta de sus dedos acaricia donde antes vi los puntos dorados.

Crónicas de Vampiros// La Institutriz de la VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora