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Lanita se encontraba dándose una ducha, mientras que Luzu se dirigía a comprar algunas cosas que faltaban en su hogar.
Hoy día iban a salir en la dichosa "cita doble" con Mónica y Auron. Lana había charlado con su amiga y la chica aceptó sin dudarlo.
Por otro lado, el castaño llegó al centro de Karmaland y empezó a buscar la tienda de comida. Notó alguna que otra novedad por el pueblo y decidió ir a husmear un poquito.
—¿Tienda de San Valentín? —dudó viendo todo el espacio de tonos rosados y bien decorativo—. ¡Oh, Rabis!
Rubius se encontraba paseando por la ciudad al igual que él. La única diferencia que existía entre los dos era que el de oso andaba acompañado, específicamente de una chica pelinaranja.
—¿Viste todo lo que construyeron? —preguntó el osito bien emocionado saludando con la mano a su amigo—, ¡Oh! Y te presento a mi novia, Nieves.
—¡Hola, Nieves! —saludó alegremente el chico y no obtuvo ninguna respuesta.
La chica sólo se le quedó mirando extrañadamente como si no entendiera nada en absoluto de lo que estaba ocurriendo.
—Ehhh, tienes que hablarle más lento.—corrigió el menor encogiéndose de hombros y trató de enseñarle a qué ritmo tenía que charlarle—. Hoooolaaaaaa... Nieeeeveeeeees.
Luzu repitió lo que dijo su amigo lentamente y Nieves sonrió saludándole. Después de haber conversado un rato sobre las tantas novedades de Karmaland, el mayor se despidió de la reciente "pareja" y fue a comprar lo que necesitaba.
Era algo extraño para él saber que alguien ya estaba con pareja y sólo habían pasado unos pocos días desde aquel evento. Luzu prefería llevar todo con calma. Pero bueno, cada quién hace lo que quiera a su manera.
Llegó a su casa y vió a su amiga hablar por teléfono. Dejó las pequeñas bolsas en la cocina y fue a lavarse los dientes.
—Nos vemos, Moni. —se despidió y colgó la llamada. Guardó su celular en un pequeño bolsito de color amarillo pastel que traía en sus brazos.
Luzu salió del baño y se dirigió a su habitación. Cerró la puerta y vió hacía el pequeño clóset, ¿Qué se iba a poner?
Optó por ponerse lo mismo que llevaba casi todos los días. Su capucha negra, jeans celeste rasgados y otras cosas más que tenía lavado desde la mañana. Obviamente, se tomaría una rápida ducha.
Luego de unos 15 minutos aproximadamente, salieron de casa para dirigirse al nuevo restaurante del pueblo que Rubius le mencionó antes.
Se sentaron a esperar, observando el nuevo sitio construido. El diseño era simple, pero acogedor según el chico. A Lana precisamente no le importaba mucho, sólo quería pasar un buen rato en ese lugar. Charlaron bastante para conocerse ellos mismos; sus gustos, películas, videojuegos, etc. O de su vida cotidiana, círculos sociales, entre muchos más.
