Capitulo IV : El Regalo

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      Jenan

¡Sí, por fin es martes!, cualquiera se alegra por un viernes, pero yo no o bueno eso depende del día en el que vuelve el Señor Salvatore de Francia, ¿Por qué? bueno porque el jefe va a la filial que queda allá cada dos meses por una semana y hoy se termina "la semana, la gran semana, la semana del mundo mundial" no exagero, bueno tal vez un poquitico y es debido a que, en ese mes por una semana asumo otras responsabilidades como recoger los informes diarios de todas las áreas, organizarlas y hacerles el análisis correspondiente para realizar el informe general de la semana y entregárselo al Señor Salvatore y no me da pereza o me disgusta hacerlo porque es hasta interesante, es solo que llevo dos años con la misma rutina y es increíble que aún no me amolde a ella.

El vuelo 624 Francia New York acaba de llegar. dice la voz de una mujer informando por los altavoces del aeropuerto, se ha vuelto una costumbre venir a recibir al Señor Salvatore, es así desde que su esposa hace año y medio me pidió que lo recogiera para llevarlo directa y exclusivamente a su gran casa en la 230 East 68th Street truncando su objetivo de dirigirse primero a la empresa.

Señorita Gracie, usted no tiene remedio. Me dice el Señor Salvatore con una simulada resignación apenas me tiene en su campo de visión.

Buenos días Señor Salvatore, yo también me alegro de verlo. Le digo con gracia, mientras suelta una pequeña risa en voz baja.

El Señor Salvatore es un hombre alto, fornido, de tez blanca, de ojos azules y cabello oscuro, aparenta unos treinta y muchos o cuarenta y pocos, con el tiempo que he trabajado para él puedo decir que es un hombre oportuno; gracioso, divertido y trabajador en sus respectivos momentos, aunque le guste extralimitarse en la parte de trabajador su esposa es una buena influencia para que no lo haga.

Bueno. dice cuando da una palmada y frota sus manos—. ¿Qué tiene para mi hoy? 

Pues de aquí a su casa donde lo espera su esposa y mañana a la empresa, ¿le parece bien? 

Y... ya, eso es todo, ¿no hay nada interesante, jugoso, importante? pregunta con incredulidad.

Bueno...  aún estamos en invierno Señor, debería abrigarse un poco más. Le sugiero con total seriedad, mientras él solo se queda mirándome fijamente para luego sonreír.

No cante victoria, algo le sacaré, mientras llegamos a la casa. dice cuando se dirige a la salida del aeropuerto.

¿Cómo encontró el estado de la empresa? pregunto, después de entrar al auto que manda su esposa con David, un señor muy amable, a la empresa a recogerme cada dos meses.

Hola David, buen día, le digo si... me dice como fue la reunión de la semana pasada.

No, no, no, absolutamente no, prefiero quedarme con la curiosidad que a enfrentarme con Liliana ¿Sabe que su esposa me puede desaparecer de la faz de la tierra? Gracias, pero no gracias. Le digo esto con una supuesta expresión de terror, que lo único que consigue es que ría sin parar.

Está bien, lo dejaremos de lado hasta mañana. expresa después de calmarse. Pero entonces hablemos sin tantas formalidades.

Si amar es destruir, destrúyemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora