Episodio 12

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Exactamente habían pasado tres noches.

Tres noches en las que, Merrick se había estado sintiendo más y más nervioso, y era, por supuesto, culpa de Lucemon.

El Guardián del primer príncipe simplemente estaba siendo el mismo, pero su actitud afectaba fuertemente al pelirrojo, que solo podía ponerse bajo presión. Se sentía frustrado, no se concentraba en los entrenamientos y sobre todo, tenía un terrible presentimiento.

Daniel se había vuelto un buen apoyo, pero no confiaba en el lo suficiente para contarle todos sus secretos, aún así era un buen chico.

Y Nikoru... Bueno, estaba presente. Entrenaba y de vez en cuando le sacaba plática y... Y ya.

Lucemon se dedicaba constantemente a recordarle que cuando todos los hijos de Yggdrasil se reunieran, él sería el que se encargaría de dirigirlos, que si seguía con ese nivel, no sería digno y que mucho menos llegaría a ser tan fuerte como él.

Y le metía presión, más y más, hora tras horas.

Y odiaba que lo hiciera.

Ellos no estaban ahí por desición propia, Yggdrasil les había salvado la vida, lo sabían, y necesitaban seguir sus instrucciones para poder saber más de la verdad, pero no estaba en sus planes ser el nuevo príncipe del inframundo y dirigir un contraataque contra unos enemigos hasta ahora desconocidos que nisiquiera tenían algo que ver con él hasta hace unos días.

— Hey, Merrick — la voz de Daniel lo sacó de su burbuja inmediatamente — quería decirte que voy a preparar el almuerzo ¿Estás bien?

— Ah, si — contestó sin más el pelirrojo, levantándose de la roca donde estaba sentado, y recogió la cantimplora metálica que había llenado hace como quince minutos antes de entrar en su trance.

— Hoy es el último día que estaremos aquí, pero últimamente has estado más ido de lo normal. — el chico pelinegro sonrió de lado, pero al no ver reacción, cambió su semblante — ¿Luce? ¿de nuevo?

— ¿Por qué tienes esa rara manía de llamarlos con nombres normales? — Merrick lo miró, esa pregunta se lo comía hace días.

Su compañero se encogió de hombros y levantó las otras cantimploras del pasto.

— No me cambies el tema — estaba bastante serio, pero tranquilo, algo muy raro de ver en él. — Deberías dejar de prestar atención a todo lo que salga de la boca de Luce, nunca dice nada serio.

— Se parece a tí

— Auch — de forma dramática, el ojis verde se puso la mano derecha libre en el pecho. — Ya, deja de cambiar el rumbo de la conversación.

— No estaba pensando en eso.

Daniel suspiró fuertemente y lo miró fijamente.

— Se que llevamos poco de conocernos, pero sabes que si tienes problemas me puedes decir, te considero mi amigo. — contestó sin más y se dió la vuelta dispuesto a irse.

— ¿Crees que seremos capaces de activar los códigos? — murmuró Merrick, aún así era audible.

El chico se detuvo en seco y miró el cielo, el tiempo que se tardó en responder se le hizo eterno al pelirrojo.

— No soy adivino, pero yo digo que si... Además, nuestro lider lo está haciendo genial. — se volteó y sonrió — y no está solo, así que creo que si.

Merrick suspiró y no dijo más, la mirada divertida que cruzaron bastó para entenderse y caminaron de regreso a la base.

La única fémina del equipo nunca estaba, entrenaba todo el día o dormía. Los chicos no solían quejarse, pues no causaba problemas, pero tampoco ayudaba.

Digitalizados | El virus de la muerte |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora