Estar en el establecimiento de Gabumon era hasta cierto punto bastante confortable. Tener techo y comida los hacía sentir menos expuestos al lugar desconocido en el que estaban. Ayudaron toda la tarde limpiando la cocina como agradecimiento a su hospitalidad y amabilidad en todo momento, intentando, obviamente, no ser vistos por el resto de huéspedes.
— Estamos a poco tiempo de cumplir las 24 horas de haber llegado... Creo... — Luzbel sonrió tomando su ropa recién lavada y sacándola de lo que parecía ser una lavadora un poco vieja pero funcional. Los tres habían decidido lavar su ropa a la vez para no gastar mucha agua. Traían puesto las sabanas de las camas estratégicamente amarradas por Akira y así no andar desnudos.
Tsuyo estaba apoyado en una pared mirando el suelo. Pensativo.
— Creo que si — respondió el chico tomando su aparato, ahora nombrado D-code, y lo revisó de nuevo. — me gustaría saber como se mide la hora aquí...
— Toma y vístete, luego examinaremos más a fondo los D-code — a pesar de ser la menor, Akira parecía las más centrada y con los pies en la tierra de los tres. Le entregó su ropa seca, doblada y con un olor que no sabía describir pero que era agradable. ¿Lavanda talvés? ¿Ahí existía la lavanda como mínimo?
— Tengo que hablar con Gabumon, como dije antes, ustedes podrían ponerse con los D-code — el más alto tomo su ropa y agradeció con un movimento de cabeza.
— Creo que es lo mejor dividir el trabajo — respondió sin más la de ojoz azules.
— Bien, vamos Akira — su cabello fantasía brillaba casi tanto como la sonrisa que le estaba entregando a la menor. La nombrada la miró con algo de ¿gracia? y asintió sin contradecirla.
Tsuyo decidió cambiarse ahí en la lavandería, que se encontraba en el sótano del edificio. Se puso sus zapatos como último y se levanto a buscar sigilosamente al dueño.
Sabía que lo podía encontrar en su oficina, que era la única habitación del tercer piso. Debía pasar por unas escaleras viejas y quebradizas para poder llegar. Gabumon no lo veía como problema, pero Tsuyo pesaba más así que temía que la madera cediera con él encima y caerse.
Así que mientras ascendía, miraba cada escalón y aferrándose de la pared que no tenía ni siquiera una baranda de donde agarrarse si se mataba.
Suspiró cuándo porfin llegó, cada vez le quedaba más claro que ese lugar tenía mucho tiempo que no se restauraba...
Tocó la puerta. Se le dió el permiso y entró.
La habitación era igual que las demás, con las paredes humedas y manchadas, el techo que le faltaban pedazos y el suelo que hacía sonidos espeluznantes.
— Gabumon — Tsuyo buscó un banco donde sentarse y al encontrarlo, lo colocó en frente del escritorio de madera vieja y astillosa. — ¿estás ocupado?
— La verdad es que no — suspiró el digimon — ya hice todo en la mañana y el lugar está tranquilo. Mucho.
— ¿Podrías explicarme si sabes algo de esto? — sacó entonces su D-code y le mostró la pantalla donde aparecía el extraño huevo con el conteo ahora en 88%.
— Un digiegg... Puedes decirle huevo simplemente. De ahí nacemos, aúnque normalmente no estamos almacenados en ningún lado... — miró cuidadosamente la pantalla — los huevos normalmente los crea Yggdrasil luego de juntar ambos códigos, como les dije antes. Luego son entregados a los digimon con fuerte deseo maternal.
— Como el cuento de la cigüeña de mi mundo — rió Tsuyo — ¿significa qué este conteo es para saber cuando eclosionará?
— Probablemente — contestó sin más — aúnque no aseguro nada.
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Digitalizados | El virus de la muerte |
FanfictionLos humanos estamos en constante movimiento, en constante evolución... Imaginamos, inventamos y creamos consciente o inconscientemente nuestro mundo. Damos forma a lo que nos rodea. A pesar de que a veces nisiquiera tenemos esa intención... Nuestr...