Episodio 18

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— Los guardianes no han vuelto...

Nikoru levantó su mirada al cielo y suspiró, esperando que Lucemon apareciera, o escuchar a Leviamon andar estrepitosamente... O solamente ver la silueta de beelzebumon, la tranquilizaría enormemente.

Estaba asustada ¿está bien? Simplemente no podía evitar el nervio.

— ¿Quieres agua? — le preguntó Daniel acariciando sus azabaches cabellos tratando de no desordenar le la coleta.

Estaban sentado en una acera cercana a la calle principal, frente a lo que parecía ser un motel 24/7, mientras Merrick investigaba los alrededores, pero ellos no lo perdían de vista por seguridad.

— Ah... Gracias Dan. — murmuró la chica tomando la cantimplora que le ofrecía y bebiendo de ella. Se sentía agotada mental y fisicamente. El jóven lo notó, pues la chica solía ser enérgica... aunque en esa situación no daban ganas de nada.

Suspiró profundamente y habló. — Ellos van a volver, dijeron que lo harían. Seguramente cuando menos nos los esperemos sus datos vendrán a toda velocidad por el aire y se introducirán a nuestros D-Code. — intentó sonreir, pero le salió algo torcida y daba un poco de risa.

— Eres genuinamente gracioso y animado... No puedes fingir estar bien para mí... — la chica le devolvió el gesto, con agradecimiento y comprensión.

— Chicos — La voz y los pasos de Merrick los sacaron a los dos de sus pensamientos. Rápidamente les hizo una señal de que se levantaran y lo siguieran.

— ¿Qué encontraste? — murmuró el segundo al mando cuando logró posicionarse al lado del pelirrojo mientras andaban.

— Tres... Dos... Uno... — el lider sostenía su D-Code y al terminar de contar paró en seco, y el holograma del mapa salió en automático mostrando siete corazones en el área cercana. Los otros dos aparatos empezaron a lanzar pitidos al mismo tiempo, los apagaron y se concentraron en el mapa que tenían de frente.

Nikoru contuvo el aliento y Daniel abrió en grande los ojos... ¿Humanos?

— ¿E-Estan aquí? Son humanos ¿no? — una pequeña felicidad se almacenó en el corazoncito apachurrado de la chica.

— Me siento extrañamente aliviado... — admitió Dan, que cambió levemente su expresión por una menos tensa.

— ¡Vamos a su encuentro! — unos cuantos animos regresaron al cuerpo de la ojos ambar.

— ¿Y si es una trampa... O algo...? — el ojos cobre los miró expectante.

— Pero las otras cuatro señales son corazones de colores como los nuestros. — explicó Nikoru — vamos ¡andando!

Un día esa impulsividad les iba a salir cara...

Dos semanas y cuatro días desde La llegada

Dos semanas y cuatro días desde La llegada

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Digitalizados | El virus de la muerte |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora