Capítulo 8

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Luego de acomodar mí cuarto, bajé a la sala, simplemente a no hacer nada importante. Me acomodé en el sillón y encendí el televisor  eligiendo una película de terror, la cual ni presté atención, por estar entretenida con mi celular.

Al escuchar la cerradura de la puerta abrirse, instintivamente mi cabeza se volteó hacia esa dirección.

—Hola Cielo—saludó mí mamá con unas bolsas en la mano.— ¿Me ayudas con la maleta que está en el auto? Es que tengo cosas nuevas para decorar el cuarto de Keyla.

—¡Hola ma! Por su puesto—le dí un beso en la mejilla y como una niña obediente fuí directo a buscar su maleta.

—Bien, ¿Qué te parece?—preguntó después de colocar el último adorno en el cuarto.

—Es genial ma, estoy segura que le encantará— aseguré. Mí mamá era la mejor en su trabajo. Toda la casa estaba decorada por ella, con su gusto  sofisticado y moderno.

—Okey, vamos a comer fuera, ¿si? Muero de hambre y estoy muy cansada para cocinar. Así que ve y cámbiate, que luego tendremos que pasar por Keyla en el aeropuerto.

Luego de comer en el restaurante Charlie's , fuimos directo al aeropuerto. El vuelo de Keyla llegaría en media hora, así que con mi mamá nos tocaba esperar.

—¿Y cómo te fue en el viaje? —pregunté, tomando asiento.

—Muy bien, cariño. La gente de New York que me asignaron, tienen gustos muy finos, y sabes que es la zona en la que más me destaco.—respondió con entusiasmo en sus ojos— Eso sí, voy a tener que volver en una o dos semanas para ver cómo sigue el trabajo.

—¡Qué bueno, ma!—dije muy alegre, tomando su mano para depositarle un beso.

—Si hija, pero sabes que no me gusta dejarte sola, lo último que quiero es que pienses que estoy muy ausente.¿Por lo menos saliste a pasear con tus amigos?—preguntó.

—No soy un perro—me reí.

—¡Oye! Sabes a lo que me refiero...

—Sí, ma. No te preocupes por mí. A demás, estoy acostumbrada a esto. Lo bueno es que vendrá Key, y me hará compañía. —Intenté animarla y le sonreí.

—Bueno, cariño. Enserio no quiero que vuelvas a pasar por lo mismo que antes, por mi culpa.— agachó su cabeza— esta vez no me lo perdonaría.—al instante supe de qué hablaba. Pasé mucho tiempo sola, aún estando con la compañía de mi mamá.

Aunque ya está todo olvidado, ese motivo me hizo la persona que soy ahora, y me dejó marcada para siempre.

—¿Mami? Por favor... Ábreme la puerta, si? No has comido nada, ma. — toqué con desesperación, pero mi mamá no abandonó nunca su calma.

—Scarlett, cariño, Estoy bien. No tengo hambre. Ve a cenar, y ponte dibujitos, ¿si? Todo está bien.— la voz de mi mamá era ronca, debido a estar llorando por horas.

—Pero mamá, no voy a comer sin tí. Regresa a la mesa por favor.—intenté inútilmente abrir la puerta, pero estaba cerrada. Gruesas lágrimas adornaban mi rostro.

Estuve largos minutos esperando su respuesta, pero nunca llegó.

Fuí hacia el comedor, y volví a cerrar la caja de pizza, para luego dirigirme a mi habitación.

Esa noche, lloré.

Lloré porque me sentía abandonada.

Lloré por mi maldita suerte.

Si La Vida QuiereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora