•Kimetsu~no~yaiba• One-Shots♡ *En Pausa*

♡Iguro Obanai♡

"Con o sin compañía está completa, nada la detendra, domina el arte de florecer en soledad."

— ¡¿Supiste?!—una kakushi llegó a mi lado con toda prisa, venía emocionada con sus ojos brillantes.

— ¿Qué cosa?—pregunté mientras limpiaba mi katana, por suerte no fui envíada a ninguna misión y usé el día para terminar con algunas labores.

— ¡Es de lo que todos están hablando!—el entusiasmo no le permitía procesar las palabras.

— Aún así no sé de lo que hablas—insistí para que dijese de una vez lo que la tenía así.

— Aaaay~ disfruto tanto cuando veo el amor triunfar—hizo una pose dramatica como quién ve a su "shippeo" favorito volverse en algo real y público—. El amor ha llegado a la finca de los pilares, Iguro-san y Mitsuri-san están juntos, son novios~.

Dejé de limpiar mi katana apenas dió la gran noticia, clavé mis ojos en la hoja ahora limpia del metal.

— ¿N-Novios?—sentí un nudo en la garganta al pronunciar aquella palabra.

— Así es—respondió con una amplia sonrisa—, fue bastante sorprendente. A pesar de que ellos siempre tuvieron quimica, hubo un tiempo en que se alejaron bastante...y, ahora salen con esta noticia.

Lo que nadie sabe, es que durante "ese tiempo", Iguro Obanai estuvo conmigo. Y no como una aprendiz junto a su maestro, le compartí mis sentimientos una tarde fresca de verano, y él correspondió a mí de la forma más dulce posible.
Estuvimos juntos hasta que abrí los ojos, él siempre ha estado enamorado de la pilar de amor. Yo solo fui un parentesis en su vida.

Volví al presente, sentía la penetrante mirada de la kakushi aún sobre mí.

— Es una buena noticia—fingí una sonrisa—. Ahora, sí me permites. Tengo muchas cosas aún por hacer.

Guardé la katana en su funda y me puse de pie ignorando sus preguntas, tragué saliva y salí de allí.
Estar en la finca de los pilares no sería una buena idea.

Me dirigí al bosque cercano de la finca, seguí su camino de forma ciega sin darle mayor importancia a mis pasos, ni siquiera miraba por donde pisaba.

El nudo en mi garganta fue subiendo a medida que le daba vueltas y más vueltas al asunto, me sentí un poco mareada por la extraña sensación que golpeaba mi pecho.
Mis ojos se humedecieron, llevé una mano a mi boca para ahogar la pena. Y sin siquiera aceptarlo, estaba llorando por la nueva relación de Obanai.

— Es el peor—gruñí entredientes—, lo odio, lo odio.

Seguí caminando, sentía mis piernas temblar.
En eso, por no ver el camino bajo mis pies, tropecé con una gran piedra.
Fui a parar a secas sobre la dura tierra, debido a que usaba una falda como uniforme mis rodillas se rompieron un poco, pero lo suficiente para que sangraran.

— Maldición, lo que faltaba—sequé mis lágrimas con la manga de mi haori, me quedé sentada viendo el lío que me había hecho en la piel.

— Tú no sueles ser así de descuidada—su voz siseante llegó a mis oídos como un balde de agua fría.

— ¿Qué haces aquí?—ni siquiera lo busqué con la mirada, no me apetecía que me viera en este estado.

— Te vi salir de la finca algo extraña—sentí su voz más cerca, un pequeño golpe llegó a la tierra. Claro, Obanai estaba sobre un árbol y tras haber mostrado su presencia se bajó para caminar hacia mí—, asi que decidí seguirte.

— Ya veo. Bueno, no era necesario—dije a secas, desde que terminó nuestra corta y fugaz relación no he tenido contacto con él.

— ¿Segura?—murmuró. Llegó frente a mí, pude ver sus pies. Se puso de cuclillas y tocó con su dedo índice una de las heridas—, yo creo que si fue necesario. Necesitaras ayuda con eso.