Capítulo 5: continuación tres.

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—Muy bien, nena —manifestó la machi, cogiéndome de la mano y apretándomela muy fuerte—. Hoy fue un día muy pesado para vos. Llegamos a lo importante. Mejor seguimos mañana. Dentro de un rato anochece...

—Me parece muy bien —dije, con alivio—. Estoy muy cansada.

—Te esforzaste mucho, Rana —expresó Christian—. Estoy orgulloso de ti. Ahora vamos a cenar.

  Más tarde, en la habitación, le comenté, riéndome:

—Hoy a aquellos dos no les hemos visto ni el pelo. Se nota que los has hecho pasar mal.

—Un poco —coincidió—. Me asusté mucho cuando desapareciste... ¿Y a ti? ¿Te he hecho pasar mal, también?

—Nuestra segunda noche ha sido fabulosa... A ver qué tal la tercera —expresé, simulando que dudaba acerca de cómo sería.

—¿Sigues sin querer hablar? —me interrogó—. ¿Ni un poquito?

—¿Para qué hablar? Así estamos genial —le dije, pasándole las manos por el cuello—. Quiero olvidarme de todo.  De todas las cosas tristes del día de hoy. ¿Me ayudas?

—Claro que sí. Te haré olvidar de todo  —manifestó Christian—. No te vas a acordar ni de cómo te llamas...

—¡Uy, uy, otra vez no! Ya me pasó la primera noche contigo y ya ves, me aparecí por aquí —dije, largando una carcajada.

—Pero para olvidarte de todo tienes que obedecer...

—¿Obedecer? —me reí—. ¿Desde cuándo?

—Vale, sólo por hoy, tómalo como un juego —expresó—. Ya sé que no eres una mujer sumisa...

—Menos mal —continué con la broma—. Me estabas asustando, así, en plan dominante.

—Me imagino —los ojos le brillaban, por la risa y por algo más, que ocultaba—. Pero, por una vez, hazme caso sin protestar.  Quiero que te tiendas sobre la cama. Si no quieres decir nada, no digas.

—Vale —me excité—. ¿Así?

  Mientras le preguntaba me quité los zapatos y me acosté sobre el lecho. Vestida como estaba.

—Creo que este pantalón sobra —manifestó.

  Y comenzó a desabrochármelo. De forma muy lenta. Yo estaba a la expectativa. Era la primera ocasión en la que nos tomábamos nuestros minutos. Siempre nos habíamos comportado a lo loco. La pasión no nos dejaba pensar. ¿Entiendes? Como si hubiésemos estado batallando contra el tiempo. Tuve que contenerme para no largar un gemido. ¿Aún no habíamos empezado y yo ya estaba como para terminar?

—Mmm —me susurró en el oído—. Bonitas piernas... Y bonita tanga... ¿No te importa que te la quite?

—Adelante —le dije, suspirando—. Pero no me tortures...

—Sólo un poco —expresó, en broma.

  Y empezó a besarme desde los pies. Jugaba con mis dedos, como si fuesen piruletas. Y luego subía. Muy despacio. Recorriéndome las piernas con la lengua. Jugando con mi vientre. Recreándose en el ombligo. No lo soportaba. Las sensaciones me llegaban directo al cerebro. Y, después, se desparramaban, sin control, por todas mis terminaciones nerviosas.


 NOTA.

         Si te gustó ya sabes lo que tienes que hacer...

LA MAGIA DE LA IMAGINACIÓN (novela terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora