Final del Capítulo 4: continuación cuatro.

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    Perdí la cuenta de las veces que terminé y volví a empezar. ¡Y sólo estábamos en el primero! Porque Christian se controlaba para que nuestra experiencia se prolongase. Me seducía. Para que esos minutos fuesen inmortales. Para que nunca me pudiese desprender de ellos. Aunque luego renegara de él... Cuando estaba por finalizar, bajaba el ritmo. Lento, muy lento. Me volvía loca. Sentía toda su superficie. Hasta el más mínimo detalle. Christian estaba muy bien dotado. La mentira más grande del mundo: que las mujeres no nos fijábamos en el tamaño. Mentira de tías infieles, nos decía Xago.

  Tanta era la pasión, que ni nos habíamos besado. No lo echaba de menos. Me gustaba el sexo. Sexo fuerte. Creo que Guille y Claudio tenían razón. A pesar de mi apariencia exterior, tan femenina, yo era otro tío. Algunas novelas románticas que leía, escrita por chicas, me hacían descojonar de la risa. Los hombres parecía que habían sido abducidos desde Venus. Yo conocía a millones y no los había visto así. Tan mamones y capullos. Con tantos pensamientos e historias. Parecía que no tenían idea de cómo funcionaban los tíos. Y luego se preguntaban por qué abandonaban a las protagonistas. Por aburrimiento. ¡Si hasta yo dejaba el libro, para no dormirme! Menos frases y más hechos. A un hombre no lo hagas pensar demasiado. A mí no me hagas pensar demasiado. Dame placer. Sólo eso. Christian me conocía muy bien. Me daba la sensación de que mis colegas le habían dado unas cuantas lecciones acerca de mí.

—¡Joder! —grité, cuando todo finalizó y luego, en broma—: ¡Esto sí que es SEXO!, con mayúsculas, sujétame que me voy.

  A decir verdad, él no me había soltado en ningún momento. Ni siquiera ahora, cuando yacíamos abrazados. Los dos desnudos, en el lecho. Me daba pena haber pasado por tantas camas, desde los catorce años. Porque recién ahora disfrutaba plenamente al hacer el amor. ¿Por qué me habría apurado tanto? ¿Por qué habría dejado que las bromas del grupo me afectaran de esa forma?

—No te vas a ir —se rió, mirándome a los ojos—. Todavía no empezamos.

—Tienes unos ojos increíbles —le dije, acariciándole los párpados, primero con la mano y luego con la lengua.

—Pareces un gato —me dijo—. Una gata...

—Sí, me estoy relamiendo...

—Nena, dejá de pensar en eso —me dijo Pire, largando una carcajada—. ¡Me hacés poner colorada!

  Al fin y al cabo, la machi lo sabía todo. Me había olvidado de que estaba debajo de la araucaria...


Recorriendo los alrededores de Bariloche

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Recorriendo los alrededores de Bariloche.


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NOTA.

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LA MAGIA DE LA IMAGINACIÓN (novela terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora