Un anciano apareció por el hueco. Tendría alrededor de sesenta años.
—Ma que cosa fai[1]? —interrogó a mi amigo.
—Io non parlo italiano, io parlo spagnolo —le contestó Diego—. Queríamos saber si es verdad que la casa mata.
—È verdad —expresó el hombre, intentando hablar en español—. No debéis estar aquí.
—Queremos ver el palazzo —se vio obligado a confesarle mi compañero—. Pero nos habían dicho que estaba vacío. No sabíamos que había gente. Disculpe.
—Soy el que guarda las llaves de este sitio —se rió—. Vengo todos los días porque siempre hay algún niño curioso recorriendo Ca'Dario e intentando romper alguna ventana... ¿Os habéis escapado de vuestros padres?
—No —le dije yo, enseguida—. Saben que estamos aquí. Nos han dado permiso.
—Ya —manifestó, dudando, pero se ve que, al final, resultamos creíbles—. Niños, es mejor que os vayáis... Este palacio sólo trae desgracias...
—A los que quieren comprarlo —lo contradijo Diego—. Nosotros lo único que deseamos es verlo.
—È verdad —expresó, moviendo la cabeza afirmativamente—. Chico listo... Algunos venecianos no entrarían aquí ni por todo el oro del mundo... No digo ya comprar la propiedad... Aunque corre el rumor de que da suerte a los turistas... Me imagino que para traer dinero a la ciudad. No sé si es cierto. La gente viene, saca fotos y se va. No sabemos qué pasa después con ellos.
Al escucharlo, un temblor recorrió mi cuerpo, ¿sabes? No me hizo echar atrás. Al contrario, desee entrar de inmediato.
—Me dijeron que siempre la compran extranjeros —dijo Diego.
—Sí —estuvo de acuerdo el viejo—. Y mueren poco después. En la ruina, además.
—¿Podemos entrar? —pregunté—. ¿Un poquito? Vemos por dentro y nos vamos.
—Me imagino que tantos impedimentos sólo hacían que tu entusiasmo creciera —se rió Christian—. ¡Mira que meterte en un sitio que a cualquiera le pone la piel de gallina! ¡Y enseguida del asesinato de tu tío! ¡Sólo tú, Rana! ¡Qué morbosa que eres!
—Estás a tiempo de dejar que siga por mi cuenta —le respondí, haciendo como que me bajaba de su falda.
—¡De eso nada! —se rió—. Morbosa y todo te quedas conmigo.
—¡Ay, nenes, nenes! Son unos distraídos. ¡Mirá que acá, todos sabíamos de lo de ustedes!
—Mejor dejemos estos temas —dije, lanzando una carcajada—. Como le empecemos a poner etiquetas, la fastidiamos.
—Tú sigue viviendo en la ignorancia —manifestó Christian, lanzando una risa—. Creo que te estoy atando sin que te des cuenta.
—Ya, eso es lo que tú crees, vejete —expresé, dándole un beso profundo en la boca—. Eres un pesado. No te olvides de que soy muy picaflor.
—Claro, me doy cuenta —volvió a reírse.
—Bueno, me estás distrayendo de mi relato —le dije, sacando la lengua—. Eso sí que te lo reconozco, sabes distraerme como nadie.
—Sabes que soy incondicional a ti —me dijo, dándome un beso.
—Como la canción de Katy Perry Unconditionally —me burlé.
[1] En español: ¿Qué haces?
NOTA.
La foto es de la parte trasera de Ca'Dario por dónde se están colando Diego y Florencia.
DEDICATORIA: Por ser mi primera seguidora, gracias.
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LA MAGIA DE LA IMAGINACIÓN (novela terminada).
Novela JuvenilTal vez tú desearías estar en mi lugar: soy una chica que, ante una situación difícil, difícil de verdad, puedo teletransportarme. La primera vez fue después de ser testigo de un asesinato. Y la más curiosa me sucedió esa noche, después de hacer el...