Del otro lado del Gran Canal podía ver un inmueble antiguo. El frente me llamó profundamente la atención. No era simétrico como la mayoría de las construcciones. Se erguía, amenazante, contrastando con el resto de las fachadas. Además, estaba un poco inclinado. Pese a lo lejos que me encontraba, podía sentir el frío del mármol y de la piedra. En la piel. Hasta escuchaba aullidos saliendo por esas extrañas chimeneas. Alejaos de aquí, estoy viva, pienso, hablo, existo... El palacio se comunicaba con nosotros... Arcos, círculos, extrañas formas, ¿escribía también? ¿Esculpía sus letras en el mármol e iba cambiando su rostro? ¡Una maravilla para dos críos audaces! ¿No te parece?
—Continuá, nena —me apremió Pire, trayéndome de regreso al Nahuel Huapi.
—Sí que de verdad asusta—le dije—. Pero igual estoy deseando entrar... ¿Cómo lo hacemos?
—Está cerrada al público —susurró, como si temiera que la construcción pudiese escucharlo—.Tenemos que cruzar el canal y colarnos por la parte trasera.
—Vale, vamos —lo urgí.
—Tú me conoces, Christian —le dije, besándolo en la mejilla—. Aventura es mi nombre...
—Claro que sí, Ranita —manifestó, acomodando las rodillas debajo de mi trasero—. Siempre que te perdías, sabíamos que estabas en la mansión de al lado de casa... Una noche te pillamos con las mantas y la almohada. Te querías quedar a dormir allí. Para hacerle compañía a los fantasmas. Decías que estaban muy tristes. Solos.
—¡Es verdad! —exclamé, largando una carcajada—. Sé que quizá os llame la atención que estuviera tan feliz después de lo que había sucedido... O que no hubiera dicho nada acerca del asesinato del tío... Yo también me lo pregunto... ¡Si tan sólo hubiera...
—¡Por amor de Dios, sólo tenías cuatro años! —me cortó Christian—. Es completamente normal. Necesitabas desconectar.
—Claro que sí, nena —estuvo de acuerdo Pire—. Nosotras, las machis, nos preparamos desde que somos chiquitas. Pero, a veces, nos gusta escaparnos y ser lo que somos... Sólo niñas...
Me vi. Otra vez estaba allí. Pude apreciar cómo Diego y yo continuamos con nuestro recorrido. Volvía a vivir Venezia. En esta oportunidad, corríamos. Ansiosos, los dos, por adentrarnos en el secreto del palazzo Ca'Dario. Por rozar su misterio. Supongo que si el pelirrojo Diego era Ron Weasley yo debía de ser la chica Granger. Sin embargo, Hermione, de estar en mi lugar, conocería hasta la más pequeña de las historias acerca del palacio y yo no tenía idea de nada. Excepto que allí vivían fantasmas, lo más excitante.
—Mis padres me pidieron que nunca viniera aquí —me dijo Diego, al llegar y me preguntó—: ¿Ves allí?
—Sí —le contesté, enseguida.
—Pues ahí en la base me dijeron que, en latín, está grabado: Giovanni Dario, en honor al genio de la ciudad —manifestó, murmurando—. Pero que sí se reordenan las letras se convierte en la frase: Traigo ruinas a los que viven bajo este techo. Es un anagrama...
No estábamos solos: en la parte trasera del edificio había alguien más. ¿O sería que la mansión, al respirar, conseguía mover el follaje? La casa estaba viva: no tenía la más mínima duda. Casi largamos un grito al ver que una rama se doblaba...
NOTA:
¡¡Que tengáis un día genial!!
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LA MAGIA DE LA IMAGINACIÓN (novela terminada).
أدب المراهقينTal vez tú desearías estar en mi lugar: soy una chica que, ante una situación difícil, difícil de verdad, puedo teletransportarme. La primera vez fue después de ser testigo de un asesinato. Y la más curiosa me sucedió esa noche, después de hacer el...