La verdad tras el nacimiento de Sarada Uchiha. [Libro 2]

Capítulo 3.

No podía creerlo, verdaderamente no podía. Mantenía aquel papel en sus manos, y este temblaba a causa de su nerviosismo.

Siempre había escuchado el refrán que insinuaba que no buscaran respuestas, las cuales no estabas seguro de soportar.

Sarada Uchiha estaba así.

Repasó la carta una vez más. Aquella no era la letra de su madre, y no podía estar dirigida a su padre, porque ni siquiera parecía estar meramente escrita para un hombre. Y además... La mencionaba.

Una clara pista era que estaba guardada en una vieja caja ubicada en el armario de sus padres, justo metida en una camisa del progenitor que nunca aparecía.

Konoha.

Amor, la lejanía ya está pasando factura en mi corazón. Hace ya meses que no nos vemos, y deseo volver a enterrar la nariz en tu cuello, y drogarme con tu aroma. Pero no todo son malas noticias. Nuestra hija, Sarada, está creciendo, y es todo un orgullo para mi. Seguro que te alegraría verla, es tan hermosa e inteligente, se parece a ti en muchos sentidos, más de lo que crees. Ha aprendido a llamarte, ya dijo "mamá" y, para serte honesto, me emocioné... Es una pena que se lo dijera a la persona equivocada. Pronto emprenderé una misión peligrosa, solo espero poder sacar tiempo para ir a verte.

El resto de la carta estaba borrosa, pero la pelinegra estaba aturdida. La carta no estaba firmada, pero su ser le gritaba que había sido escrita por su padre.

Pero a Sakura no podía ser... ¿O si?.

La letra era tan clara y cuidada, se notaba que habían hecho un esfuerzo para que todo quedara pulcro e impecable.

Además esa manera tan cariñosa... Esa forma de expresar la añoranza que tenía hacia esa mujer... Porque era una mujer, debía de serlo. Porque eso de llamar "mamá" a la "persona equivocada" la dejaba sin aliento. ¿Para quién diablos su padre había escrito esa carta?.

Su visión se tornó borrosa en fracción de segundos, y se retiró los lentes, para rascarse los ojos y descansarlos un momento.

Se sentía extraviada con todo el desastre que llamaba familia. Un padre que nunca aparecía, y que, según aquella carta, guardaba un intenso amorío con otra mujer, a espaldas de su "madre", la cual siempre evadía el tema, cada vez que ella se armaba de valor y preguntaba acerca de sus orígenes.

Pero sin duda alguna, ella llegaría al fondo de todo ese asunto, y se enteraría de cual es la verdad, aún si fuera cruda y le doliese.

Volvió a colocarse las gafas y guardó la carta en su bolsillo, para luego levantarse y salir de la habitación matromonial.

Fuera como fuera... Ella se enteraría, y el mundo estaría esperando por su reacción.