Seis

500 52 2
                                    

El cumpleaños de Sango se acercaba en un par de días y, como jamas le había hecho un regalo a alguien que no fuera su abuela, no tenia ni la mas minima idea de que regalarle a su amiga. Por eso, había arreglado una salida con Kaghome, donde cada quien le compraría algo.

Bueno. Si, era una vil excusa para pasar mas tiempo con esa chiquilla que tan loco lo traía. Pero la compra del regalo era verdad.

-¿Qué le compraras, Kaghome? – Pregunto el joven mientras miraba distraído hacia un local de ropa femenina. De pronto sintió como tomaban su brazo para llamar su atención. Miro a la joven a su lado que estaba cruzada de brazos y con una de sus mejillas infladas. Maldicion, estaba enojada - ¿Kaghome?

- Vuelve a llamarme "Kaghome" y no te hablare mas – Amenazo y una sonrisa se asomo entre los labios del peliplata. Tomo su cabeza y beso su sien con cariño.

- Disculpame, Kag – Una sonrisa radiante se pinto en el rostro de la muchachita que disfrutaba de los mimos de ese joven que tanto queria. ¿Cómo era posible que no se diera cuenta que la traía muerta de amor?

- Estas disculpado, Inu – Tomo su brazo y comenzó a caminar hacia un negocio de ropa. En la vidriera se encontraba un vestido corto, de color rojo con puntos blancos – Este quiere Sango. Acopañame – Volvio a tirar de su brazo sin dejarlo decidir y entraron. La azabache fue a medírselo, mientras él miraba distraído las prendas, imaginando como quedarían en su preciosa pequeña. Las miradas de las féminas comenzaban a incomodarlo, mientras comenzaba a escuchar sus murmullos. Que era guapo, que tenia lindos ojos, que un extraño color de ojos, que su cuerpo era esbelto, que tenia lindo trasero... ¡¿Lindo trasero?! Al escuchar eso, con total disimulo camino hacia la pared, quedándose allí parado, apoyando su "lindo atributo" contra esta.

- Hola, guapo – Inuyasha miro a su lado, encontrándose con una mujer de cabellos rubios que lo miraba como si fuera comestible. No pudo evitar mirar sus pechos debido a que su escote dejaba mucho a la vista - ¿Te gustan? – Tomo su brazo contra sus pechos, apretándolos – Si quieres, puedes tocarlos. Pero en algun lugar mas privado.

- Yo... Disculpa, pero no – Intento zafarse de su agarre, pero le fue casi imposible. No era como si su cuerpo lo cohibiera, ya que estaba acostumbrado a las mujeres asi, pero en ese momento de su vida solo deseaba a Kaghome y, sobre todas las cosas, no deseaba que viera ese desastroso desenlace con esa mujer.

- Vamos, por favor, tu hermanita no lo notara – Y justo en ese momento, como si la hubiese envocado, apareció Kaghome con una bolsa en su mano y una cara tan enfuruñada, que hasta el mismo diablo se hubiese escondido.

- Kag...

- Alejate de Inuyasha – Murmuro, tomándolo del brazo y alejándola de él – Vete a cazar a otro lado.

- Estorbas, niña.

- La que estorbas eres tú, nos queremos ir y estas frente a la puerta – La rubia gruño por lo bajo, pero antes de poder contestar, Inuyasha tomo la cintura de Kaghome, acercándola a su cuerpo.

- Era lo que intentaba decirte. No se quien eres, pero vine a acompañar a mi novia que queria comprar un vestido para nuestra amiga. Ahora, si nos permites, nos queremos ir – La mirada del peliplata, siempre tan serena, se torno dura lo que incomodo a la joven mujer que, sin reprochar, se movio a un lado. Salieron de allí, aun con su brazo encadenado a su cintura sintiendo como todos sus sentidos estaban alertas debido al calor que esa mujer emanaba.

Su aroma a rosas lo estaba obnubilando.

La miro de reojo, notando como sus mejillas estaban coloradas y eso le causo mucha ternura. ¿Cómo podia verse tan sexy y a la vez completamente inocente?

NO ME DEJES SIN TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora