s e i s.

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22 de Diciembre, 2014.

Los últimos dos días de Yoojin se habían basado en sentimientos revueltos. En ocasiones parecía caminar en nubes, repleta de alegría por sólo pensar en asistir a la universidad de sus sueños. Pues no podía creer que una oportunidad como esa estuviese presente ahora en su vida. Sin embargo, la felicidad se le esfumaba cuando pensaba en un problemita. Bueno, tal vez no era tan pequeño como para llamarle "problemita". Era más un desastre que no sabía cómo arreglar.

Porque si bien Yoojin estaba extasiada de felicidad por la noticia de la beca, al instante también se dio cuenta de que, si realmente aceptaba la beca, debía dejar la carrera de Medicina. Y eso la puso en duda, no porque no quisiera hacerlo, puesto a que claramente era lo que deseaba. La duda se debía por tener que decirle a sus padres. Y es que Yoojin les temía tanto, tantísimo, que era capaz de rechazar la dichosa beca sólo por no tener que enfrentarles. Se sentía muy cobarde por pensar así, sin embargo, entendía su propia cobardia al pensar en cómo reaccionarían, en todo lo que causaría tomar aquella decisión. No era fácil. Yoojin se sentía verdaderamente tonta, pero entendía la razón de su miedo.

Y todo pareció empeorar aún más en esa noche, cuando su jefe la llamó antes de terminar la jornada laboral. El señor Wu había aceptado darle libre el día de Nochebuena. Y al apenas escuchar la noticia, se sintió un poco ansiosa, mas no lo demostró así. Yoojin le agradeció demasiado, muchísimo, sobretodo cuando el señor agregó que no hacía falta que renunciara a sus días libres. Le dijo que le daba aquel día libre porque se lo merecía por su arduo trabajo. Pero, la verdad era que, muy dentro pero muy dentro de ella, deseaba que le hubiese dicho que no.

Ahora no sabía cómo les iba a ver la cara teniendo tremendo secreto dentro de sí misma. No sabía cómo iba a hacer, Yoojin estaba confundida. Y agradecía que por lo menos tenía con quién hablar. Bueno, no era alguien de verdad, pero contaba de todas maneras.

— ¿Tú qué harías si tienes que decidir entre perseguir lo que quieres o no decepcionar a nadie?—soltó de repente.

Yoojin ya estaba acostumbrada a ver a Hoseok en sus sueños. Le parecía agradable cómo su cuerpo había creado esa manera curiosa de enfrentar el estrés. Porque, ciertamente, cada mañana despertaba tan calmada y ligera, como si nada le molestase. Era curioso. Quizás por eso mismo se sentía tan cómoda hablando con él, viéndole a la cara. Era su cerebro creando una manera de reducir la angustia.

También le parecía curioso que los sueños siempre era en el mismo lugar, en aquel parque, y la estación siempre era la primavera. Yoojin seguía sorprendida por lo grande que era su imaginación.

— Perseguiría mis sueños. Definitivamente—Hoseok respondió sin rechistar ni un poco.

— ¿Aún si decepcionas a quienes aman?—abrió un poco los ojos, sorprendida.

— ¿Realmente me aman si no me quieren feliz?—su voz salió suave—. Porque nadie sería feliz enterrando sus metas en la tierra y dejándolas morir... Créeme.

— Lo sé... Pero—Yoojin tomó una gran bocanada de aire, buscando cómo explicarse—. ¿Pero si tu sueño es algo que esas personas aseguran que no vale la pena?

— No les escucharía—Hoseok mantenía la mirada en la cara de Yoojin, analizando por completo sus expresiones—. Es decir, es cierto que hay sueños que son más difíciles de cumplir que otros. Cuando mi padre supo que quería dedicarme al baile, se rio en mi cara—su voz pareció bajar un poco, sin embargo, carraspeó un poco la garganta y siguió en un tono estable—. Me dijo que nunca podría vivir de aquello, que sería imposible poder tener una vida buena en base a eso. Y le creí por un momento, ¿sabes? Creí que tenía razón, que no era lo mío. Pero cada vez que la música sonaba y me movía al compás de esta, sentía que quería vivir así por siempre—Yoojin recordó por un momento el sentimiento que tenía al sostener los pínceles, pensando en que tal vez era el mismo sentimiento—. Y tardé tantos años en darme cuenta...

— Darte cuenta... ¿De qué?

— De que no quiero llegar a mi último día de vida y darme cuenta de que no hice lo que realmente me hacía feliz. Me di cuenta de que prefiero trabajar sin fin para triunfar en lo que me apasiona en vez de sentirme miserable siempre porque hice lo que esperaban que hiciera. De que no vale la pena vivir para alguien más. Porque, ¿de quién es la vida realmente?

Yoojin sentía que le preguntaba, así que respondió.

— Mía...

— Es tuya. Y sólo tuya. Así que tú decides qué quieres hacer con ella. Nadie más—suspiró—. Porque nadie más va a sufrir por el hecho de que vivas como no quieres. Tú serás la única persona que sufrirá por eso. ¿Realmente quieres desperdiciar tu vida sufriendo? ¿Quieres desperdiciar tu vida complaciendo a los demás? ¿Aún sabiendo que eso hará que seas miserable?

Su imaginación era muy grande, pero también le era de mucha ayuda.

Crystal dreams↠ j. hoseok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora