d i e z.

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31 de Enero, 2014.

Yoojin estaba sentada en la terraza de su edificio. El lugar estaba desolado, quizás por el hecho de que todos estaban muy ocupados en sus fiestas por Año Nuevo. Junto a ella, su celular reproducía la radio que siempre gustaba escuchar para descubrir nuevas canciones, y entre los dedos de su mano derecha sostenía una copa de vino. No era un vino caro, pero de algo servía para celebrar consigo misma. Unas horas antes, había recibido un mensaje de su profesora, la señora Kang, en donde la invitaba a ir a su casa si deseaba y recibir allí el Año Nuevo, sin embargo, Yoojin lo rechazó con pena. Porque necesitaba ese tiempo a solas. Tiempo para pensar en todo, en sus años anteriores, y como ese mes de Diciembre haría un cambio total en los próximos.

Los días de Yoojin habían mejorado muchísimo desde la catástrofe. De alguna manera, a pesar de que en su corazón había una pequeña grieta que trataba de reparar, todo en ella se sentía mucho más en calma y sus hombros parecían haberse aliviado de un gran peso. Había recibido lindas noticias también, mejorando todo. Su jefe le había cambiado su horario, ahora llegaba antes del anochecer a su departamento, y le había dado un grato aumento que pareció ser un milagro para ella. Su ánimo había tenido una gran mejoría también. Habían sido pocos días, pero, desde el veintiseis de Diciembre, desde que Yoojin despertó con los ojos hinchados y un gran dolor de cabeza de tanto llorar, algo dentro de ella le dijo que valía la pena. Algo dentro de ella, quizás relacionado con el recuerdo de Hoseok y sus palabras, le aseguraba que ella merecía intentarlo, porque sus sueños y metas eran tan importantes como el montón de dinero del que todos se preocupaban. Esa misma mañana, se miró al espejo y se dijo a sí misma que nadie más merecía el sacrificio de su propia felicidad, porque quien se la quita no merecía ni siquiera estar en su vida. Yoojin supo que valía toda la pena, porque aún si fallaba, y caía y se lastimaba en el intento, siempre iba a tener una nueva oportunidad al comienzo de un nuevo día. Y le demostraría a todos que estaban equivocados, que, aún si era una simple chica, el esfuerzo siempre traerá su recompensa, que, si corría, tal vez al final encontraría lo que tanto anhelaba. Mientras Yoojin estuviese viva, iba a utilizar todos sus recursos y energías para lograr lo que quisiera, porque se creía capaz, y porque realmente lo era. Porque comenzaba a creer finalmente en sí misma, y en sus sueños.

¡Un minuto para Año Nuevo!—la voz de la radio sonó emocionada con música de fondo, llamando sólo un poco su atención—. ¡Comenzaremos la cuenta regresiva! Sesenta, cincuenta y nueve, cincuenta y ocho...

Sin embargo, así como había ganado todo ese gran aprendizaje, también había perdido algo.

El último sueño con Hoseok había sido justo ese día de Nochebuena, las últimas palabras que escuchó de su parte fueran aquellas tan dulces que le habían dado un motivo nuevo, un objetivo por completar. Había desaparecido sin dejar rastro, dejando sus sueños tan vacíos como antes. Y se sentía algo triste, porque, de alguna manera, Yoojin sentía que había algo más allá de sólo ser un producto creado por su mente. Porque se sentía tan real. Porque Hoseok le hacía sentir algo que seguía avivado dentro de su corazón aún después de despertar, tan vivo como una llama alimentada por oxígeno. Era tan extraño, porque con sólo pensar en su rostro, en su voz, sentía tanta paz y calma, como si estuviese en su verdadero hogar, como si perteneciese realmente a donde estuviese él. Como si fuese algo más... Mas Yoojin no quería creer en esas cursilerias extrañas sobre los sueños y personas presentes en ellos; seguía convenciéndose a sí misma de que todo había sido su imaginación. Que Hoseok no era real... Pero lo que había sentido al verlo en sus sueños sí lo era. Y lo que había aprendido gracias a él también.

Tomó un largo sorbo de su copa, y miró al cielo estrellado con nostalgia. Una sonrisita indescifrable apareció en su rostro, una sonrisa sincera, llena de sentimientos nuevos que la ahogaban. Era una noche extraña, se sentía algo triste, sin embargo, agradecía demasiado. Por todo. Y, a pesar de que ese ente imaginario y agradable que invadía sus sueños estaba desaparecido, sentía que por primera vez todo en su vida iba a comenzar a estar bien. Unas cuantas lágrimas se escaparon de sus ojos, y soltó un gran y largo suspiro, mirando cada una de las estrellas. Como si brillasen tan sólo para ella.

¡Tres! ¡Dos! ¡Uno! ¡Feliz Año Nuevo a todos!

Donde sea que estuviese Hoseok, ya fuese en alguna parte de su propia mente, o de su propio corazón, le agradecía mucho. Muchísimo.

Crystal dreams↠ j. hoseok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora