f i n a l.

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14 de Mayo, 2020.

Gwangju era una de de las ciudades favoritas de Yoojin. Sin embargo, en aquella oportunidad estaba en allí por una razón distinta a una simple visita turística. Con nervios, Yoojin terminaba de debatir con el dueño de uno de los museos más importantes de Corea, que era el Museo de Artes de Gwangju, quien trataba de decirle que la decisión era de ella, que no había presiones. Y es que Yoojin ya estaba más que acostumbrada de vender sus pinturas, sin embargo, aquella vez se trataba de una especial. Una que nunca creyó vender para estar en un museo.

Luego de que Yoojin aceptó su beca en Bellas Artes, se dijo a sí misma que iba a dar todo de sí misma, sin embargo, no contaba que todo el esfuerzo, sudor y lágrimas de meses interminables estudiando y mejorándose fuese a llevarla a estar entre las mejores estudiantes de la Universidad, otorgándole mucha atención de manera académica, y artística también. De hecho, tampoco no contaba que sus pinturas se hiciesen tan populares en redes sociales después de comenzar a ser más insistente al momento de publicar. Todo fue sorpresivo, sin embargo, nada fue repentino, porque Yoojin estuvo desde el principio esforzándose demasiado. Y recibió malos comentarios, como nunca. Cuando entró en el verdadero mundo del arte, se dio cuenta que la competencia era increíble y feroz, que habían muchas personas que parecían ganarle por mil y un pasos más. Se desanimó al principio, sin embargo, antes de que ese sentimiento avanzara, se dijo a sí misma que no debía compararse con nadie más, que no debía fijarse en los avances de los demás. Que sólo debía fijarse en su propio avance, y así estaría bien. Fueron tantas noches en vela para por fin dominar esas técnicas tan complicadas que tanto le aterraban, fueron días ocupados tratando de salir de sus bloqueos artísticos para así entregar sus proyectos a tiempo. Fueron noches sacrificadas para así seguir la inspiración que le nacía repentinamente en madrugada. Yoojin se había esforzado mucho, y gracias a eso había visto los resultados. Porque nunca se imaginó que ella, la chica que antes se preguntaba si realmente valía la pena seguir sus sueños, ahora estaba pensando en si vender o no vender una de sus pinturas a un museo importantísimo; como si fuese algo para tomar a la ligera, como si no fuese una gran oportunidad.

Sin embargo, así como Yoojin nunca dejó de esforzarse a pesar de todos los golpes y caídas, tampoco de paró de pintar tanto a ese rostro que no podía olvidar. Siempre era él, la mayoría del tiempo era él en el óleo, como su modelo seguro, del que se fijaba a base de recuerdos. Sin olvidar ni un detalle, a pesar de tanto tiempo, seguía recordándolo. Le parecía patético, así que se guardó eso como un pequeño secreto que nadie debía saber. Y, de hecho, cuando Yoojin se hizo tan conocida, siempre recibía la misma pregunta: "¿Quién es ese chico al que tanto pintas?". Siempre respondía que era alguien que había sido importante para ella, sin embargo, nunca decía la razón ni cómo. Yoojin siempre iba a tener ese extraño secreto con ella, como una de esas fantasías que tienes cuando eres niño, de esas como tu amigo secreto que nadie más puede ver o conocer a parte de ti. Mas no podía seguir aferrándose así.

— ¿Cuál será su decisión final, entonces?—el señor se veía algo desesperado por no poder convencerla del todo. Y es que Yoojin había insistido en otras pinturas que eran mejores, pero él señor quería esa, porque decía que tenía algo especial, y claro que lo era.

De todas sus pinturas, de cada una de las pinturas increíbles, había una en especial. Una que siempre llamaba la atención de todos, que provocaba sentimientos mezclados en quienes la veían; como si fuese una pintura hechizada que te hacía extrañar a alguien aún cuando no lo hacías realmente. Y es que realmente era especial. Porque, cuando Yoojin la hizo, fue el día en donde por fin se había graduado con los mejores honores y las ofertas de trabajo llegaron tan rápido como cuando tomó su diploma. Se sentía tan viva como una flor en plena primavera, así que, al recién llegar a su departamento, tomó el lienzo más grande que tenía y pintó sin descanso. Pintó cada detalle como si su vida y corazón pasasen a través de la pintura. Pintó, y pintó, hasta que, cuando terminó, las lágrimas brotaron al ver ese rostro allí, tan vivo, tan conocido y ajeno a la vez. Y sentía lo mismo que sintió años atrás: calma, paz, familiaridad. Yoojin consideró esa como su mejor pintura, porque era una parte de ella plasmada en lienzo y óleo. Sin embargo, entendía que, a pesar de su importancia, la oportunidad de aceptar la propuesta era inigualable. Por alguna razón, algo dentro de ella le dijo que estaría bien, porque una pintura podía irse; pero los recuerdos nunca.

Crystal dreams↠ j. hoseok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora