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—Enterraste a MinJu junto a tu padre

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—Enterraste a MinJu junto a tu padre.

—¿Y dónde más lo haría?

La dura voz de HyungGu envió un escalofrío por la espina dorsal de la mujer, pero no se volteó a mirar a su hijo, sino que siguió viendo las dos tumbas, una más antigua que la otra. La del padre de HyungGu estaba un poco desgastada, con sólo un ramo de flores, pero la de MinJu...

Para HyungGu, MinJu había sido como una flor, por lo que haría que su tumba siempre estuviera rodeada de miles de flores.

La mujer dejó el ramillete de rosas que compró sobre la tumba de su hija para luego dejar el de claveles sobre su exesposo.

—Kinito...

—¿Cuándo vas a irte? —le interrumpió desviando la vista, sin querer mirar a su madre a los ojos.

Sunhee puso una expresión triste, queriendo acercar a Kino contra ella y darle un abrazo como cuando era pequeño, revolverle el cabello para luego decirle que todo estaría bien, que mamá lo iba a cuidar siempre.

Recordaba la sonrisita de sol que KInito ponía siempre, transmitiendo tanta felicidad con ese simple gesto, y se lamentó no poder verla nunca más. Se lamentó por ver tanto dolor en los ojos de su hijo y sólo una mueca incómoda en su rostro.

—Quiero hablar contigo, hijo.

—No —HyungGu retrocedió, negando con la cabeza—. No me llames así. No tienes el derecho para hacerlo.

—Bebé...

—Nos abandonaste —la voz de Gu se quebró—. Dejaste a papá, desapareciste de un día para otro, no diste ninguna señal de vida. ¿Sabes lo horrible que fue?

El menor se recordaba a sí mismo a la edad de cinco años, las primeras semanas que su mamá ya no estaba, yendo a la ventanita del comedor a asomarse, esperando que un día ella apareciera por la calle, sonriendo, preguntándole cómo estaba. Y él sólo la abrazaría, diciéndole que la extrañó mucho, sin importarle que hubiera estado lejos tanto tiempo.

Pero MinJu, mayor que él, se había dado cuenta de que su madre no volvería, y cada día le decía que se alejara de la ventana, que su madre no iba a regresar. Sin embargo, HyungGu era terco, y estuvo mirando por la ventana cada día hasta que fue la segunda Navidad sin mamá, y papá llegó borracho, llorando, lamentando que su esposa no estuviera con ellos.

HyungGu había tenido tanto miedo de su padre que no le quedó más que asumir que mamá nunca iba a regresar.

—¿Por qué volviste? —susurró HyungGu.

Los labios de la mujer temblaron.

—Porque quiero llevarte conmigo.

El chico se volteó con expresión sorprendida.

—¿Qué?

—Yo... —Sunhee puso una expresión de vergüenza—. Cuando tu padre murió, Kinito, MinJu se contactó conmigo.

HyungGu abrió la boca, aturdido, sin poder creer un poco lo que su madre estaba diciendo. Quiso protestar, reclamar, quejarse, pero ninguna palabra salía de su boca.

—Ella me dijo que... que si algo llegaba a pasarte, tenía que prometerle que debía hacerme cargo de ti, que era la única forma de... de redimirme con ustedes —los ojos de Sunhee se llenaron de lágrimas—. Quería llevarlos conmigo a Osaka, donde...

—¿Osaka? ¿Japón? —de pronto, Kino sintió como se quedaba sin aire, como algo dentro de él se removía.

—Cuando me divorcié de tu padre, yo... conocí a otro hombre —el menor sintió su estómago revuelto—. Nos casamos unos años después y nos mudamos a Osaka. Luego de que su padre muriera, quería que ustedes se fueran conmigo, que vivieran con nosotros y sus medios hermanos–

—Espera, espera —HyungGu sintió que iba a vomitar, de eso estaba seguro—. Me estás diciendo que... que nos abandonaste. Conociste a otro hombre con el que formaste una familia. ¿Y no abandonaste a sus hijos como hiciste con nosotros? —de pronto, comenzó a reírse de forma histérica, aturdido, dolido, sin poder creerlo un poco—. ¿Por qué? ¡POR QUÉ!

—Nunca quise a tu padre, HyungGu —Sunhee comenzó a llorar—. Nunca quise hijos con él, pero... pero MinJu fue un accidente, y luego llegaste tú, y no podía... no podía seguir con tu padre...

HyungGu necesitaba que alguien lo abrazara, que alguien lo sostuviera en ese momento, que alguien le dijera que todo estaría bien aunque no fuera una vil mentira.

Alguien como Yuto.

Sus manos temblaron, buscando marcar su número, pedirle perdón, rogar para que fuera a buscarlo y lo abrazara como nunca lo había hecho antes, pero entonces recordó el dolor en los ojos de su gatito, el dolor que le causó, y se dijo que quizás, sólo quizás, se merecía todo ese dolor que estaba sintiendo ahora.

—Pero su padre murió y yo quería que fueran conmigo porque ustedes no tenían la culpa de nada —prosiguió su mamá tratando de tranquilizarse—. Sin embargo, MinJu me dijo que no, que ustedes estaban bien sin mi ayuda, y sólo cuando... sólo cuando ella muriera, podías decidir si venir conmigo o no —Sunhee dio un paso, temblorosa—. Ven conmigo a Osaka, Kinito bebé.2

Que lo llamara así lo quebró por completo.

Ignorando sus llamados, se giró y salió corriendo del cementerio, sintiendo sus mejillas encharcadas, sus ojos llenos de lágrimas, su corazón roto.

Corrió, corrió y corrió ignorando que estaba cansado, que su costado dolía.

Lo único que necesitaba era un abrazo.

Tocó la puerta de la casa, y cuando WooSeok abrió con expresión aturdida, se derrumbó por completo.

Y Seok no preguntó nada, sólo lo abrazó, queriendo calmar el destrozado llanto de su mejor amigo.

¿Cómo va su cuarentena? Espero que se encuentren bien y no salgan al exterior si no es realmente necesario

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¿Cómo va su cuarentena? Espero que se encuentren bien y no salgan al exterior si no es realmente necesario. Y si lo van a hacer usen cubrebocas y lleven gel antibacterial. Cuídense mucho, por favor. 

Novio de alquiler || YuKiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora