Capítulo 5

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'Sapphire'

Grecia, Athenas – Rodorio

Enero, 12 de 1749

La fría brisa de los meses de invierno meció su larga cabellera azul celeste, mientras que sus ojos cobalto observaban con fijeza el firmamento con aquellas brillantes estrellas que se juntaban para formar las constelaciones. En momento como ese él podía sentir la grandeza del universo, y lo insignificantes que eran los humanos frente al basto cosmos, experimentando una sensación de humildad casi divina, que lo amedrentaba y llenaba de calma al mismo tiempo.

Era una de las pocas cosas que lo centraban luego de su resurrección.

Deslizó su mirada desde los cielos nocturnos hacia el campo de rosas roja que rodeaba su cabaña, a la cual él era el único capaz de llegar debido a la letalidad de estas últimas, y suspiró profundamente, sin darle mucha importancia al hecho de que la temperatura a su alrededor estaba helada por la estación en la que estaban, no de hecho ese frio lo hacia centrarse en el aquí y ahora, diciéndole que aun estaba con vida en esa tierra, por más improbable y descabellado que fuera la verdad.

Hacia más de un mes desde que se les concediera una segunda oportunidad en esa tierra, y aun él no había sido capaz de poner un pie fuera de su Templo Zodical, mucho menos del Santuario, a diferencia de la mayoría de sus otros compañeros, quienes puramente aceptaron esa realidad y comenzaron a reconstruir nuevamente su vida él no podía simplemente seguir adelante con tanta facilidad.

Aun recordaba con espeluznante claridad el día de su muerte, e incluso algunas noches se levantaba sudando frio con el eco del dolor recorriendo su cuerpo y mente, la desesperación de casi no ser capaz de detener al Juez del Inframundo, de fallarle a su Diosa y a la persona que se volvió tan importante para él. Las pesadillas lo perseguían constantemente en los primeros días de morar en la tierra de los vivos nuevamente, y aunque ahora estaba mejor, todavía no podía conciliar el sueño tan fácilmente.

Y luego estaba eso, que lo hacia sentir un cumulo de emociones contradictorias en su interior.

Al despertar en sus dominios portando la Cloth de Oro de Piscis, sintiéndose desconcertado y algo perdido, había percibido la calidez del cosmos de Athena rodeando su persona como una capa protectora, acompañando esa agradable sensación, vino el conocimiento y la seguridad de que de alguna forma él podría controlar su veneno a voluntad desde ese punto en adelante.

Decir que no había estado sobrecogido por todo, seria decir una gran mentira, por lo que luego de la reunión que se efectuó en la sala Papal, donde la mayoría de ellos se sorprendió al ver que Shion era el nuevo Patriarca, y este les explicara más o menos lo que había pasado desde la muerte de cada uno, les informó que sus nuevas vidas eran una bendición y regalo de la Diosa a la cual servían, Albafika se retiró en un encierro autoimpuesto en su Templo en un intento de procesar todo lo ocurrido.

Pero no antes de arreglárselas para saber si Agasha estaba viva y a salvo, a lo que Shion había asentido con una expresión peculiar en su rostro blanquecino, aunque al momento no le dio importancia, él regresaría después para aclarar las cosas, más en aquel instante había sido mucho para sobrellevar.

Su mano inconscientemente fue a parar al collar que colgaba de su cuello y descansaba la piedra preciosa labrada de un zafiro en su pecho, la evidencia y constante recordatorio de que estaba vivo por gracia de Athena. No entendía porque su Diosa le había dado semejante regalo, porque sabia que su vida y el poder controlar el veneno dentro de su sangre para poder estar cerca de otros sin temor a lastimarlos o peor, asesinarlos, era un inmenso regalo, pero, aun así, sabiendo de alguna forma que eso era real no se había atrevido a probar su nueva condición, demasiado aterrorizado de lastimar a alguien.

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