¡Ya basta!, las cosas no eran vivir contigo, eran vivir para ti y absolutamente todo lo transformabas en un infierno del que sentía que no iba a salir.
Ya era cosa de todos los días. Tener un miedo crónico que hacía que se me cayera el cabello, que tuviera pesadillas, que me mordiera las uñas, que no me dieran ganas de comer y que tan solo quería que no estuvieras a mi alrededor para sentir que al menos respiraba con tranquilidad. Pero parecía que a ti te encantaba tenerme con los pelos de punta. Tú perfectamente sabías cuánto odiaba que me tocaras y aún así te empeñabas en hacerlo en las partes más vulnerables que tenía; mi cabello, mi cuello y mis piernas tan solo con eso empezaba a temblar del miedo porque tu maldita voz no se hacía esperar cuestionándome cualquier tontería para saber qué estuve haciendo mientras tú no estabas. Parecía que sólo me ponías atención para tener la oportunidad de hacerme pagar por cualquier maldito mínimo error que tuviera. Siempre aprovechas todas las malditas oportunidades al punto de que ahora cada vez que me haces una pregunta prefiero esperar un golpe por guardar silencio que recibir más de una por no acertar en la respuesta correcta.
No te miento, si pudieras entrar en mi interior y llegar a donde debería de estar mi corazón te darías cuenta de por qué pasó esto.
Las mañanas por más que me esforzara ya no me parecían hermosas como cuando te conocí. Parecía que me había casado con un hombre completamente distinto al que conocí, me parecías un maldito secuestrador, que se había quedado con todo lo bonito que tenía. En aquellos instantes no era mas que un manojo de energía negativa, que lloraba sin parar y se odiaba a sí misma por no poder ser lo que querías. Me parecía que me esforzaba demasiado, me parecía que ya estaba haciendo un esfuerzo inhumano para que estuviéramos bien, pero tú jurabas que yo no estaba haciendo absolutamente nada, que eras tú sólo el que estaba haciendo todo, que eras tú quien me rogaba a mí para que estuviéramos bien, que yo tan solo era una mierda que se creía demasiado.
Te lo juro, yo me levantaba todos los días pensando que las cosas entre los dos iban a mejorar, que tú me amabas y yo a ti y que todo eso eran tan solo pequeños baches que teníamos que superar juntos. Pero los besos fueron sustituidos por golpes, los abrazos por palabras de odio en mi contra, los halagos por indiferencias, Los planes juntos por castigos, el amor se convirtió en un maldito veneno que me fue matando internamente.
Lograste todas las malditas mierdas que querías; me apartaste de todos los que amaba, me encerraste en casa para que nadie me viera y siguiera influenciando mis "caprichos" y me amaestraste para servirte sin cuestionar una sola cosa, aún si yo no estaba de acuerdo.
Me sentía menos que un maldito mueble en la casa y me daba coraje el ser tan débil, pero es que me dabas demasiado miedo, ya me habías lastimado demasiado y no sabía qué tanto más eras capaz de hacer. No podía acudir a nadie, todos se habían ido y no veía más camino por el cuál correr. Estaba muriendo y esto no debía ser así. Tenía que emprender vuelo de nuevo, porque ya no me veía más en el espejo; mi maldito reflejo era alguien que yo no soy. Estaba acabada, estaba adolorida y me invadían moretones por todas partes, dolían, dolían tanto como las cenizas de mi corazón. Estaba desesperada, por más que escarbaba en el camino para tomar una ruta distinta, tus manos me tomaban por el cabello y me traían de vuelta a este maldito infierno del que yo quería salir. Mi alma ya no brillaba, mis ojos estaban secos y mi cabeza estaba tan nublada que no podía pensar con tranquilidad.
Ya quería salir de toda esa maldita mierda, pero no quería que otra pobre mujer tuviera que toparse contigo.
Yo no iba a poder con ese cargo de conciencia. Para mí tenía que exterminar absolutamente todo de ti, tenía que matarte y dejar morir contigo a la mujer que estuvo enamorada de ti y al infame monstruo en el que me había transformado al dejarte tratarme de esa manera. No había más, no había otra justicia. La cárcel iba a ser como un mini paraíso para ti, del que ibas a salir pensando en hacerme sufrir de nuevo y yo por ninguna maldita razón deseaba toparme contigo de nuevo. No importaba cuántas veces le daba vueltas a las cosas, todo me llevaba a esa necesidad de deshacerme de ti de una buena vez. De hacerte pagar y mandarte al infierno, el único lugar del que no vas a poder salir ni arrepintiéndote de haber sido una basura tan asquerosa. Si tan solo me hubieras amado. Si tan solo no me hubieras obligado a llegar hasta este punto. Indudablemente tú no estarías tendido sobre el suelo, delirando mientras me miras a los ojos y me preguntas porqué te he hecho esto. De verdad que no supe qué sentir ante esa pregunta, botaron tantas ideas en mi cabeza que me dieron tristeza, coraje y ganas inmensas de llorar. No te miento, me dolía demasiado verte en esa situación, me dolió tanto que me quedé contigo hasta que dejaste de respirar y con ello finalmente me dejaste. Me dio tanto coraje no sentirme tan bien como creí que iba a hacerlo. No pude evitarlo, no pude evitar abrazarte con todas mis fuerzas y sollozar tu nombre y pedirte perdón hasta quedarme sin voz. Acaricié tu rostro, tu cabello y puse tu cabeza sobre mi regazo contemplándote y reflexionando la idea de que ya no iba a verte más, pero aún con tu ausencia yo todavía iba a seguir sufriendo, iba a seguir llorando, iba a seguir sintiendo este odio. Te abracé más y más, quería morir entre tus brazos, me sentía una mierda de verdad, me sentía lo peor que podía habitar la tierra, porque no podía evitar llorar por tu pérdida, no pude callarme. Aún con un solo hilo de voz te llamé "amor", "cariño", "mi vida" y te dije una mil veces que yo te amaba. Te confesé que me dolías tanto como si estuviera en un maldito incendio. Olvidé por completo todo el sufrimiento que había pasado a tu lado y te dije todas las cosas bonitas que siempre callé. Ahí frío envuelto en mis brazos te amé como nunca me permitiste hacerlo y lo hice hasta el cansancio.
Cuando terminé de creer en la idea de que las cosas enserio habían sucedido, me despedí de ti y no me importó nada, yo me tomé mi tiempo porque de verdad amaba la idea de poder demostrarte todo lo que sentía por ti sin que tú me rechazaras o me hicieras menos. Te di las gracias y te besé de nuevo para luego abandonarte y a nuestra casa que había encendido en llamas para así terminar de eliminar todo lo malo que alguna vez nació entre tú y yo.
Riizaah Mcardy >-<-?
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DEMASIADO ROJO
Short StoryNo es poesía, pero todo está escrito con el corazón. Con las emociones más profundas de una una y más mujeres, enamoradas, enojadas, engañadas, dolidas y todo aquello que hace que sean quienes son.