III

12 3 0
                                    

   Sentí como si me hubiesen echado un balde con agua fría y hielos encima. Todo color se fue de mi cara y parecía que me iba a desmayar. Rose abrió los ojos con sorpresa al ver mi reacción y se voltio enojada a Albert.

- ¡No le has explicado nada! – le reprocho llena de furia y sin poder creer lo que estaba pasando.

- ¡No pude! Ella estaba muy distraída y confundida y pensé que sería mejor decirle aquí. ¡Tú eres la que no debería decir las cosas de esa manera! –

- ¡Tenemos un protocolo! Además, me podías haber avisado en cuanto llegaron. Esto es tu culpa, ¿ahora como le explicaras? –

- ¿¡Mi culpa!? Si no te dije es porque no me dejas hablar siempre enojada y presumiendo con tu abanico como si fueras la mejor. –

- ¿¡Me estas llamando presumida!? Para empezar tu eres un... -

Su pelea continua por unos pocos minutos más hasta que me cansé de verlos pelear y, entonces, decidí intervenir.

- ¡BASTA! –

Ambos se callaron y me miraron se veían un poco apenados, pero lo disfrazaban bien bajo enormes capas de enojo.

- ¿¡Me pueden explicar que está pasando de una vez!?¿O tengo que esperar a que dejen de pelear como un viejo matrimonio? –

Rose bajo la cabeza apenada y Albert solo miro a cualquier parte menos Rose. Como vi que ninguno de ellos parecía en condiciones de empezar una conversación la empecé yo.

- A ver. – trate de sonar seria y profesional a pesar de querer gritar como una niña de cinco años. - ¿Co... - respiré profundo y volví a empezar. - ¿Cómo es eso de que morí? Yo estoy segura de que estoy viva y esto es solo un mal sueño. – dije como si lo creyera, pero con cada palabra que decía me daba cuenta de todos los pequeños detalles y empezaba a creer que algo no estaba todo bien como quería imaginar.

Rose fue la primera en voltearse a verme. En su cara se reflejaba la vergüenza que sentía por la escena que había causa y también pena, que supongo era por mí. Y de una manera más calmada y casi triste se dirigió a mí, como una madre que tiene que contar una mala noticia a su hijo.

- Viviane, querida, será mejor que te contemos esto en un lugar más privado. – me dijo de una forma tan dócil que me hacia sentir como una niña tonta. – Ven vamos a una de las salas de reunión, allí no habrá nadie que te incomode. – tomo mi brazo delicadamente y nos dirigió al pasillo para entrar a uno de los tantos otros que se conectan con este.

El pasillo en el que habíamos entrado estaba decorado al igual que el otro, como si hubiese sido construido durante el renacimiento, solo que esta tenía muchas puertas de diferentes tamaños y colores. Entramos en una de las primeras puertas que había al entrar.

Al entrar vi que se trataba de lo que parecía ser una sala de reunión, una gran mesa con muchas sillas y un proyector, también tenía unos grandes sofás pegados a las paredes y fue a uno de ellos, el más cercano, al cual Rose nos dirigió.

Oí la puerta cerrarse y vi que Albert nos había seguido y que él había cerrado la puerta.

Nosotras nos acomodamos en el sofá y Albert acerco una de las sillas para estar cerca de nosotras, pero manteniendo una distancia segura entre él y Rose. Cruzaron sus miradas por unos instantes, teniendo una conversación donde solo ellos participaban, y después volvieron a concentrarse en mí.

BehindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora