VII

8 3 0
                                    


  La gran puerta resulto ser un gran ascensor.

Yo no sabía que estábamos haciendo frente a un ascensor. ¿No se supone que íbamos a irnos a otra parte...fuera del edificio?

No entendía nada y se lo demostré a Albert dándole una mirada llena de confusión, o intenté que mostrase mi confusión por la confusa situación. – debería revisar mi vocabulario – Si lo demostré bien o mal no importa, Albert, que parecía estar acostumbrado a como demostraba mis emociones, consiguió entenderme y me empezó a explicarme.

- Se que pensabas que saldríamos por la puerta principal, pero así tardaríamos mas tiempo ¿y no queremos eso verdad? – volvió a ver la hora en su pequeño reloj y lo volvió a guardar – Veras Viviane, cuando estamos muerto podemos romper algunas reglas... - me dijo con una pequeña sonrisa traviesa.

- Y... ¿Qué tiene eso que ver con el ascensor?

Su sonrisa desapareció y hiso una mueca, la clase de mueca que ase cuando alguien no entiende una anécdota.

-Y ... no estamos restringidos por limites científicos, por ejemplo: el tiempo no es igual, algunos flotan, podemos transportarnos más rápido, por medios especiales claro, como lo seria este ascensor. – se acerco a este y presiono el botón para llamar al ascensor.

- Okey... pero, si el tiempo es diferente, ¿Por qué siempre estás viendo la hora? –

- Una vieja costumbre. – menciono sin importancia – A veces hacemos cosa que ya no importan solo por la costumbre que teníamos de hacerlas. –

- Entonces, este ascensor nos llevara a donde tenemos ir ¿no? –

- Exactamente. –

- ¿Como? –

Precisamente las puertas del ascensor se abrieron en cuanto termine de pronunciar mi pregunta.

- Ya lo veras. – dijo el entrando en el ascensor y haciendo una seña para que entrase yo también.

Entre en el ascensor y sus grandes puertas se cerraron.

Las paredes estaban cubiertas con lo que parecía oro y el techo estaba cubierto por un enorme espejo. Todas las paredes tenían una manecilla, todas las paredes eran puertas.

Nos quedamos un rato allí, parados, esperando a que algo, cualquier cosa. Pero nada sucedía. Yo no comprendía nada mientras que mi compañero parecía divertido por la situación. El ascensor no se movía. Estaba allí parado sin hacer nada. Busque los botones que un ascensor normal tendría, talvez si presionase alguno se movería, pero en las paredes, puertas o sean lo que sean no había nada más que las manecillas. Talvez debía de abrir una de las puertas, pero prefería quedarme tranquila y no hacer nada que pudiese resultar un error.

La situación me estaba comenzando a impacientar. En el momento en que le iba a preguntar a Albert que se suponía que debía suceder el ascensor dio una gran sacudida. Yo solté un pequeño chillido y me aferré a Albert.

De repente, justo después de la sacudida, una voz molesta y mecánica, como si fuese una computadora la que hablase, resonó fuertemente dentro del ascensor.

- ¡Nombre!  

BehindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora