VIII

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   Mire por todas partes buscando de donde había salido la voz, pero no había nada. No había ninguna corneta o micrófono. Incluso llegue a pensar que había sido Albert, pero su voz no es así, su voz es firme y gentil. De todas formas, le iba a preguntar, solo que el hablo primero.

- Viviane, querida, tienes que decir tu nombre. – aclaro – Esta vez completo ¿está bien? – completo con un tono burlón.

Yo la mire enojada por ese ultimo comentario, me avergonzaba que me hubiese recordado la penos situación que había tenida cuando llegue a este extraño sitio.

- Viviane Adeline de Flin – dije con mas seguridad que la primera vez.

La voz no respondió, en su lugar lo hizo Albert.

- Con tu nombre sabrá a donde llevarnos. Ahora asegúrate de mi brazo, el viaje puede llegar a ser un poco... agitado. –

- Ya va, no entiendo. ¿Quién "sabrá" a donde llevarnos? ¿A dón – fui interrumpida, de nuevo, por una gran sacudida. Chille y me aferre a Albert, de nuevo, por el susto.

Esta vez la sacudida había sido más intensa en todos los sentidos. Duro unos cuantos minutos y el ascensor tembló muy fuertemente. hasta que paro de temblar.

Pero hubiese preferido que siguiera temblando a lo siguió a continuación.

Cuando el ascensor paro de estremecerse se quedó unos pocos segundos. Pensé que había acabado, pero solo era la calma antes de la tormenta. Después de los pocos segundos de paz el ascensor comenzó a caer. Sentía una horrible sensación de vértigo que me hacía querer gritar y, de hecho, si grite. No se si los tímpanos de Albert volverán a ser los mismos.

De un momento a otro dejamos de caer. Ahora estábamos siendo, o parecía que estábamos siendo, empujados hacia la derecha. Sentí que en cualquier momento quedaría estampada el alguna de las paredes/puertas del ascensor como si fuese un mosquito muerto en una pared. Pero eso no sucedió, ni siquiera me moví de mi sitio. Supongo que a eso se refería Albert con poder romper algunas reglas.

Así siguió el resto del viaje. De vez en cuando el ascensor cambiaba bruscamente de dirección, pero después de un rato ya me había acostumbrado a esto. Subimos y bajamos y giramos y hasta en uno de los cambios me pareció estar de cabeza. Todo era muy extraño. El viaje lo que parecieron horas.

Súbitamente el ascensor se detuvo una des sus puertas se abrió, después de tantas vueltas no sabia si era la puerta por la que habíamos entrado o otra de las tres puertas. Albert y yo salimos del ascensor.

- No tardamos tanto, eso es bueno. – dijo revisando la hora en su pequeño reloj.

Yo mire incrédula, ¡el viaje había tardado una eternidad para mí! Preferí no demostrar mi desconcierto y me quedé callada.

Vi a mi alrededor y parecía que habíamos acabado en un mugroso callejón. ¡El horrible viaje en el horrible ascensor acabo en un horrible callejón! Estaba enojada.

Me volteé con intenciones de volver al ascensor. Se que había sido un viaje terrible pero no tanto como el lugar donde estaba. Seguramente se habían equivocado. ¡No iba a pasar mi muerte allí!

Cuando me gire para entrar de nuevo en el ascensor este ya no estaba. 

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