VI

6 3 0
                                    


   Y ahí esta yo, actuando como una niña pequeña, de nuevo. Pero no lo podía evitar, siempre he sido muy dependiente. Nunca me separaba de mis padres y no lograba hacer cosas sola sin sentirme insegura o desesperada. Siento que era dependiente de otra cualquier cosa también, pero mi mente no parecía querer que yo recordase el que, o cualquier otra cosa.

Albert se giró y me ofreció una sonrisa tranquilizadora y genuina. Me inspiraba confianza, aunque no parecía estar preocupado por mi situación y eso no me inspiraba confianza. Rose, en cambio, pareció un poco desconcertada por mi pregunta y se apresuró a contestarme.

- No Viviane, querida, no. ¡Claro que no te vamos a dejar sola por ahí!, quien sabe lo que te pueda suceder. ¡O Dios, no! – dijo ella alarmada y por como lo dijo ya no sabía si estar más preocupada por mi o por lo que me esperaba afuera.

- ¿Qué me podría suceder, no se supone que estoy muerta? ¡No me debería suceder nada! – titubeé asustada e ingenua. Como niñita nuevamente, seguramente me veía ridícula.

- Rose cálmate, ¿no ves que ya la volviste a asustar? - le regano Albert, pero se notaba un tono burlón mientras lo hacía. – No tienes nada de qué preocuparte Viviane. - se dirigió a mi esta vez. – Yo te ayudare hasta que no me necesites. Te guiare por el lugar, te explicare algunas otras cosillas, te mostrare donde vas a quedarte. - Tenia un aire despreocupado, tanto que se sentía como si contagiara, o por lo menos me lo contagio a mí. - Nada malo te va a pasar, ¿okey? – y a pesar de ser una pregunta notaba que en realidad no lo era, pero, de todos modos, le respondí.

- Okey – asentí en su dirección.

   Él sonrió y termino de acomodar su saco. Mientras Rose de despidió de mi muy cariñosa, diciéndome que si quería venir a verla lo podía hacer cuando quisiese. Esta Rose era muy diferente a la Rose que conocí cuando llegué. Aunque la Rose malhumorada volvió cuando tuvo que despedirse de Albert, Albert tampoco parecía muy entusiasta con la idea de hablar con ella. Me gustaría saber porque se tratan así, tal vez sea que se caen mal, como a las personas normales les caen mal otras personas normales, pero sentía que con ellos no era así.

Rose se despidió una última vez de mí y Albert me dirigió hasta la salida de la "recepción".

Caminábamos por el gran pasillo y parecía que saldríamos por la entrada principal, pero, momentos antes de llegar a ella, Albert me indico un pasillo a la izquierda y seguir en frente cruzamos. Me pareció extraño, generalmente se suele salir por donde se entra, pero, teniendo que ya no estoy viva y que estoy en un mundo desconocido, pudiera ser que aquí las cosas no funcionan como suelen funcionar.

- Viviane, – me llamo Albert repentinamente mientras caminamos por el largo pasillo. – tardaremos un poco antes de llegar a nuestro destino, - comento mientras de su bolsillo y veía las horas. – y por eso pudieras preguntarme cualquier duda que tengas. – dijo esta vez mirándome a mí. Yo solo asentí en su dirección y volví a mirar al frente, pensando que podría preguntar.

Paso un rato antes de que comencé un mini interrogatorio.

   - Entonces... - comencé – estamos en el limbo – y mas que preguntar afirme, pero con un pequeño toque de duda.

- Sí, en la Endiámesa. –

- Si, no voy a conseguir memorizar eso. - brome riendo, él también se rio. – de todas formas ¿a quién se le pudo ocurrir un nombre así? – pregunte aun divertida.

- Bueno, las personas desde siempre han muerto, nadie lo puede evitar. – sonrió – los primeros en llegar aquí fueron personas de antiguas civilizaciones. Los griegos, por ejemplo, fueron uno de los primeros en llegar y razonar sobre este sitio. Se dieron cuenta que era una especie de plano entre otros planos y por eso lo nombraron así. -

Yo seguía sin entender el raro nombre. Albert se habrá dado cuenta porque rápidamente completo.

- Endiámesa en griego significa 'entre'... o algo así, con el pasar del tiempo su pronunciación ha cambiado y el significado se ha perdido...-

- Okey entendí, es ... interesante. - le interrumpí para que parase de explicar, ya me estaba comenzando a aburrir.

- Que bueno porque ya llegamos a nuestra primera parada. –

Se detuvo y yo me detuve también. Habíamos llegado a una gran puerta.

BehindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora