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  Al final del callejón había una gran calle, una gran calle de una gran ciudad. Y en las grandes ciudades y muchas personas, pero, como si no fuese suficiente todo lo que me ha pasado, la gran calle estaba desierta. No había carros en la calle, ni personas caminando en la acera, ni tampoco estaban los vendedores ambulantes o cualquier signo de vida. Aunque, francamente, ese tipo de cosas me estaban dejando de sorprenderme.

Pero a pesar de no estar sorprendida estaba interesada en saber el 'por qué'.

Pero a pesar de sentir tanta curiosidad no quería molestar más a Albert con mis preguntas.

Mordí mi legua intentando contener las preguntas dentro de mi boca, pero fue una misión fallidas porque no dure más de diez segundos con me rendí a mi curiosidad.

- ¿Por qué no hay nadie? –

El sonrió como si hubiese estado esperando a que las preguntas saliesen, o huyesen más bien, de mi boca.

- ¿Qué dices? – inquirió con un tono burlón – ¡La calle está repleta de personas! -

Yo me encontraba atónita, de nuevo. Yo ya no quería ni siquiera intentar entender, estaba exhausta, pero a el no pareció importarle. Me esperaba una larga y aburrida explicación.

- Viviane, nosotros estamos muertos y ellos vivos, pero a pesar de eso vivimos en el mismo lugar. Y si, – dijo antes de que le interrumpiese con otra de mis preguntas, aunque no planeaba hacerlo. – estamos en la Endiámesa, pero ella es solo un plano. Los vivos y los muertos compartimos el espacio, pero es como si viviésemos en dimensiones diferentes. Nosotros no los vemos ni ellos a nosotros. Y si, - volvió a interrumpirse a si proprio – es posible que un vivo vea a un muerto y que un muerto vea a una vivo, pero eso sería consumir demasiada energía y concentración y para nosotros eso seria un riesgo que no quisiéramos tomar. – Eso ultimo si me había interesado, pero me dije que le preguntaría más tarde.

- ¿Y no se supone que deberían haber... que se yo, más como nosotros por aquí? –

- Es más seguro salir de noche. – dijo sin importancia, pero eso significaba que estábamos en peligro de algo ¿no?

Decidí no hacer mas preguntas y comenzamos a caminar las grandes calles. Caminamos un largo rato hasta que llegamos a la parte de la ciudad, que todas las ciudades tienen, donde los altos edificios salen de el cuadro y las grandes y lujosas casas entran en escena. Había casas preciosas de todo tipo, algunas eran modernas llenas de ventanas y cristales, otras eran mas antiguas con rejas altas y chimeneas, algunas tenían piscinas y otras tenían enormes y hermosos patios, pero todas ellas estaban vacías.

Caminamos un poco más hasta que llegamos a una calle ciega. En esta estaban las casas mas lindas y lujosas y enormes de la zona. Todas eran Hermosas a excepción de la ultima casa de la calle.

La casa tenía un enorme jardín y estaba rodeada por una enorme cerca de metal. El jardín estaba lleno de flores y arboles... muertos. Todo era gris y negro, oscuro y aterrador. A pesar de eso la casa era enorme y tendría, por lo menos, tres pisos. Su papel tapis estaba gastado algunas ventanas estaban rotas. En resumen, era una verdadera casa embrujada de esas que aparecen en películas y libros de terror, en esas donde por la noche se pueden escuchar gritos sinestros, em esas donde los borrachos entran y no salen más nunca.

Seguí de largo la casa, la verdad es que cuando le pase por el frente no le preste mucha atención. No esperaba lo que sucedería después. Solo dejé de caminar cuando me di cuenta de Albert no estaba caminando a mi lado y que se había queda admirando la horrenda casa. Volví a su lado para saber que estaba pasando.

- Viviane, - me dijo en voz clara y fuerte – aquí es donde te quedaras. -  

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