XI

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   ...

Y yo que pensaba que las cosas no podían ser peores de lo que ya eran.

Resulta que las casas vacías no están vacías en realidad. Son como las calles. Están repletas de humanos que no podemos ver, y como nosotros los muertos somos muy humildes y generosos (seguramente el que saca esa conclusión no le tocó vivir en una casa 'embrujada') tomamos los espacios que los humanos no usan y los utilizamos nosotros. Simplemente perfecto.

Esta vez Albert no se demoró explicar profundamente la situación. Siempre estaba revisando la hora en su pequeño reloj como si estuviese llegando tarde a un sitio, (y seguramente esa es la conclusión más acertada) en cuanto termino de explicarme como las cosas iban a funcionar de ahora en adelante se marchó lo más rápido posible asegurándose que en unos días vendría a ver como estaba y si estaba todo bajo control y ese tipo de cosas. Yo estaba tan cansada que no me moleste, solo encogí mis hombros y entre en la casa.

Una conclusión que tome de toda esta extraña situación es que los vivos mueren como moscas, pero aun así son muchos, por lo tanto, nosotros los muertos no tenemos espacio en donde estar.

Esto lo concluí ya que en la casa 'embrujada' no solo iba a 'vivir' yo sola. Conmigo iban a vivir otros fantasmas. No eran dos o tres, eran por lo menos siete fantasmas los que ya vivían ahí. Era una completa locura.

Pero, como ya había dicho ya algunas veces, me encontraba cansada y lo único que quería era un poco de paz. Lo cual sentía que no iba a poder ser conviviendo con siete fantasmas, almas, o como sea que se llamen, o nos llamemos. Solo quería descansar.

Al abrir las grandes puertas de madera podrida que, suponía, eran la entrada principal me lleve una gran sorpresa al ser recibida con silencio. Eso me alivio un poco y pensé que no seria tan malo como imaginaba que sería 'vivir' aquí.

Al abrir las puertas entre a un gran salón. Parecía haber sido muy lujoso en su época. Había un hermoso y enorme candelabro lleno de telarañas y polvo. También tenía dos escaleras que rodeaba la sala y se unían cuando llegaban al segundo piso. El piso estaba cubierto con una alfombra que antes habría sido de un hermoso rojo vibrante y vivo, pero ahora, y como todos los que 'vivíamos' en esta casa, carecía de esa vivida que solía tener. Estaba cubierta de polvo y telarañas, estaba sucia y rota. La misma alfombra se extendía por las escaleras y por lo poco del segundo piso que lograba ver.

En la gran sala había dos puertas. Una de ellas estaba en la pared a la derecha de la puerta principal y la otra en pared izquierda de la puerta principal. Estaban perfectamente alineadas y eran idénticas. Las dos estaban maltratadas por el tiempo y sus manillas estaban gastadas y oxidadas.

Abrí la puerta de la derecha y me llevo a una gran con una gran mesa y con mas puertas dentro de esta. La volví a cerrar y abrí la puerta de la izquierda y me encontré con un gran comedor con una gran mesa, mucho más lujos y grande que la mesa de la cocina. En el comedor también había un gran candelabro, no tan grande como el de la entrada, pero si igual de sucio. En esta habitación solo había una puerta que en realidad no era una puerta sino un gran arco que llevaba a otro gran salón, pero mucho más no podía ver.

Sali de esa sala y subí al segundo piso. 

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⏰ Última actualización: Apr 09, 2020 ⏰

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