Capítulo 2- "Qué raro eres chico."

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-¿Qué cojones? ¿Eso que suena es un cortacésped?- levantarme de mala hostia un Sábado. Eso es lo que acaban de conseguir.

Me asomo a mi ventana y observo como Tony está cortando el césped. Miro el reloj y no son más que las 8.30 p.m. Yo me cago en su vida. Joder.

Me ve y saluda con la mano. Le saco el corte de manga y corro la cortina rápidamente. Éste chabal estará de broma. Me visto rápidamente y salgo al jardín. La nieve ya se ha disipado totalmente, pero la hierba, bastante alta ya, está helada del propio agua. Me acerco a él por detrás y le doy un manotazo en el cuello de esos que pican.

-¿Pero tú qué te crees chabalín? ¿Que aquí no dormimos o qué? Has conseguido ponerme de mala hostia un Sábado por la mañana y eso no lo consigue cualquiera. Más te vale que apagues esa mierda o te corto el pescuezo. Y va muy en serio. Que las derivadas me cuestan sin ruído, imagínate con tu maravilloso destroza plantas.- levanto una ceja y me cruzo de brazos esperando una respuesta que no va a llegar.

Tony no se inmuta. Sólo me mira, me mira... Me mira. Dios, su puta mirada.

-Tony, por favor. Déjalo para más tarde.- me arrastro como una tonta.

Me guiña un ojo y apaga el cortacésped. Me doy la vuelta y entro en casa. Me vuelvo a colocar mi pijama. Decido hacer el café, ya que parece ser que soy la primera en despertarse. -maldito Tony, ¿qué se creerá?- Mientras preparo el café escucho de nuevo el cortacésped, y ahora más fuerte. Salgo indignada a reñirle y ahora veo que está cortando mi césped mientras mi madre le mira. Él me mira y se empieza a reír. Mi madre me saluda y se ríe. ¡Ups! Me pongo roja como un tomate. Mi pijama de 'súper nenas'. Qué irritación en un momento.

Me visto mientras se hace la cafetera. Unas mayas negras, mis botas altas de pelo, un jersey y mi abrigo polar. Me preparo el café para llevar en mi mochilita negra pequeña, dos mantas, mis cosas de clase y mis auriculares.

Salgo por la puerta de atrás para que mamá ni nadie me vean, paso de que descubran mi sitio. Me parece fuertísimo que éstos dos estén estableciendo amistad. Salto mi verja y cruzo la calle, atravieso el bosque. Cinco árboles, una franja y estoy en mi claro. La hierba está seca gracias al sol de la mañana, que da de lleno. Coloco mis cosas y me pongo a estudiar. Me encanta hacerlo allí, alejada de la ciudad, de casa y de todos. Cuando acabo me tumbo con los auriculares y miro al cielo. Me encanta Amsterdam, aunque el frío es... Demasiado. Me quedo dormida sin percatarme y atardezco allí. Ay Dios. Mamá me mata.

Salgo del bosque escopeteada. Atravieso los mismos lugares y entro a casa. Mamá me ha dejado la cena preparada. Como dije, horario guiri. Es una ensalada, puedo comerla. Sin aceite, ni sal, ni vinagre, me como mi ensalada de lechuga con atún natural. Quiero mi 32, así que necesito pasar hambre. Cuando voy al salón veo que hay un hombre y una mujer que no conozco tomando té con mi madre y mis hermanos. Saludo y me siento. Acepto un vaso y se presentan ante mi como los Morgan. Los nuevos vecinos, es decir, los padres de Tony. Casi me atraganto. ¡Vale! Miro a los lados y no está. Siento ganas de preguntar por él, pero no soy nadie. Decido ir a mi cuarto.

Cuando estoy arriba busco mi móvil. Lo llamo con el fijo ya que siempre estoy igual. Llamo y llamo. De repente alguien me lo coje y susurra. No entiendo lo que dice pero, ¿quién es si todos están abajo? Ay madre. Bajo abajo para preguntar por éste y nadie lo ha visto o lo tiene. Me asusto. Cuando subo a mi cuarto, con un palo de la chimenea en la mano, entro y veo que el móvil está en la cama. Un escalofrío recorre mi cuerpo de arriba a abajo. Siento algo detrás de mi. Veo que va a taparme la boca y rápidamente le atizo con la bara en lo que supongo que es su cabeza. Pego un salto a mi cama para conseguir ver quién es y veo que es Tony tapándose el chichón que en breves instantes le saldrá de la cabeza.

-¿Qué clase de retraso sufres? Que raro eres chico. No hablas, no haces nada, me irritas, me asustas... Mira, dime qué quieres de mi y acabaremos antes.- camino hacia él y le cojo de la mano para que se siente en la cama conmigo.

Le traigo una toalla con agua fría del baño y los dos permanecemos sentados en mi cama en silencio. Sólo se dedica a mirarme.

-Tony, por favor, háblame. Me incomodas y esto es la primera vez que me pasa con alguien. No es normal.-

-Yo es que... Soy demasiado timido. Perdóname. Me cuesta mucho. Me llamo Tony Morgan, tengo diecisiete años. Acabo de mudarme a Amsterdam. No tengo amigos, ni nada.- me sonríe tímidamente.

-Ni creo que los tengas si actúas así. Encantada Tony, ya sé algo más de ti. Pero ni gracia que subas a mi cuarto a tus anchas y además me asustes así.- le señalo.

-Me lo dijo tu hermana- se ríe a carcajadas.

Hija de su madre. Como me las juega. Al final acabamos hablando durante dos horas. Me ayudó incluso con las derivadas, pero de repente cambió su humor. Se puso serio y no quiso hablarme de nuevo. Lo cogí del brazo y me empujó hacia atrás. ¿Pero qué se cree este imbécil con ese comportamiento tan asqueroso? No sé de qué va. Me quedo observándolo y éste se dedica a bajar por el árbol del lateral de mi casa. Salta la verja y va hacia la suya.

Decido tomarme la medicación, conectarme a Twitter y acabo quedándome de nuevo dormida, aunque extrañada por el comportamiento tan raro de Tony.

Lo que yo diga, raro... Pero raro.

No hay un porqué.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora