Me he cansado de dormir. Abro los ojos y me incorporo bostezando como si fuese Tarzán. Algo típico en mi. Lo sé, precioso para una chica.
Parece que es muy pronto aún. Mi cuarto está poco iluminado. Tan poco, que lo único que veo son sombras. Enciendo la luz de mi mesita y el ordenador. Debo hacer un par de cosas para el instituto. El profesor de Historia y su maravilloso trabajo sobre las Guerras Civiles. Así acabaremos dentro de poco. Matándonos unos a otros.
Son las 6.30 p.m. Es gracioso. Un Domingo a estas horas, las personas normales deben rondar por el séptimo cielo, pero para mi no. Pocas horas son las que consigo dormir seguidas. Empiezo con mi trabajo. [...]
Las 10.00 p.m. Bajo dispuesta a tomarme mi café. Sólo está mi hermana.
-Buenos días rubita.- me acaricia el pelo y me limpia el maquillaje corrido- pareces un mapache.
Me río. -Buenos días fea. Ayer tuviste una genial idea. Sobretodo porque a tu espléndido amiguito Tony le salió un chichón bastante gracioso. Tendrías que haberle visto.- empiezo a golpear la mesa cual foca de la risa. Imaginarme otra vez la escena, mi salto de acróbata y la cara de Tony... No puedo parar de reír.
-No es mi amigo. Vino y me preguntó por ti. Yo le indiqué dónde solías pasar las 24h del día, dando justamente la casualidad de que habías salido. Qué mala eres, pobre chabal.- empieza a reír por lo bajín.- ¿Dónde a pasado la noche? No lo vi salir.- mira hacia arriba con cara de viciosa.
-Eres una cerda. Salió por mi ventana con un caracter nefasto. Me dio mucho asco. Es cierto que es majo, amable, guapo... Pero qué mierda de actitud.- ¿he dicho guapo? Qué imbécil soy. Se va a pensar que me gusta y la verdad, me ha dado mucha pena con su actuación de ayer.
-Creo que tiene problemas y tú deberías de callarte. Sabes que tu actitud es bastante variante también. ¿Te has tomado la medicación?-
Subo las escaleras corriendo y me las tomo rápidamente. No quiero que pase lo de siempre. [...]
Después de comer noto como empieza a llover ligeramente, pero diez minutos más tarde, la ciudad está totalmente sumergida. Amsterdam es preciosa, más aún cuando llueve. Decido coger un paraguas y salir, ahora no habrá nadie en la calle y me encanta sentir y caminar bajo ésta.
La calle está oscura, apagada, triste, desolada. Sólo se oye la lluvia caer y el ladrido de algún que otro perro asustado por la tormenta que se aproxima. Huele a chimenea, a lluvia. Huele incluso el frío y los árboles que hoy respiran tranquilos. Piso un charco y noto el agua fría penetrando a través de mis zapatos. Voy sin rumbo alguno.
Llegando al centro, caminando por encima de los pequeños puentes y rodeando los canales, comienzo a notar extrañas sombras. Es como si alguna cosa me siguiese. Intento girarme rápidamente, pero antes de que me de la vuelta, se ha disipado. Consigo ver su reflejo de reojo en el agua del canal. Dificilmente consigo reconocerle. El agua se mueve fuertemente y además, miles de gotas deforman su silueta. Pero sé que hay algo detrás de mi. Lo he visto.
Sin casi darme cuenta e intentando huir de esa extraña sombra, he llegado a Plaza Dam. El corazón de mi preciosa Amsterdan. Me cuesta reconocerla tan vacía y triste. Justamente la tormenta aparece y corro debajo del techo de un edificio. Me pego a la pared y me quito el gorro durante un rato. Joseph no va a poder venir con su moto a por mi, lógicamente. Amire no tiene ni carnet. Mamá no puede saber que he salido con esta lluvia infernal. Sólo me queda esperar.
Vuelvo a notar una presencia cerca de mi. Es una respiración. De reojo consigo visualizar tanto el lado derecho, como el izquierdo. No hay nadie. Pero de repente, corriendo pasa una sombra por delante de dónde estoy sentada. Mi cuerpo se paraliza. ¿Quién cojones saldría en plena tormenta y además se pone a correr? Salgo de allí escopeteada. Corro y corro. Me mojo la cara. La chaqueta. El maquillaje me resbala. Mis mejillas parecen un arcoiris de tanto color corrido. Negro, rosado, naranja... Eso no importa ahora. Lo que sé es que ahí fuera hay algo que me sigue, que viene a por mi y lo peor, que no sé con qué propósito.
Al llegar al porche de casa me tranquilizo y respiro. Llevo quince minutos corriendo sin parar y el corazón bombea con fuerza. Sigo asustada, pero ya estoy a salvo. Tendré que entrar por el garaje, o mamá me matará al verme así de mojada.
Cuando me dirijo hacia éste, una sombra se refleja en la pared y está detrás de mi. Como en kick boxing, doy una patada a la vez que guiro y atino en la cara. Tony cae de espaldas al suelo y se ríe con la boca y la nariz llenas de sangre.
-Deberías dejar de pegarme cada vez que nos vemos- pronuncia a la vez que se levanta del suelo.
-Y tú deberías dejar de asustarme cada vez que nos vemos. Joder.-
-Quejica. Cagona.- me saca la lengua llena de sangre.
-Eres imbécil- me río a carcajadas ante la situación.
Le invito a que pase a casa. Lo mínimo que tengo que hacer es curarle la herida del labio y limpiarle la sangre de la nariz y de éste. Entramos por el garaje de puntillas y subimos a mi cuarto. Una vez cierro, nos tranquilizamos.
-Este es tu paragüas, ¿a que sí?- Me muestra mi paragüas y me quedo paralizada. Me lo dejé en Plaza Dam. ¿Cómo lo tiene?- Ya lo sé. Te debo una explicación. Mi madre y yo fuimos hoy a ver el centro. Me gusta la lluvia y por eso insistí. Cuando paramos el coche frente a Plaza Dam, fue cuando te vi en el suelo sentada. Iba a ir a saludarte, pero ayer actué mal y pensé que me mandarías a la mierda. De repente saliste disparada, no sé porqué motivo, pero fue cuando vi tu paragüas tirado como una colilla. No sé por dónde fuiste, pero intentamos encontrarte para que no te mojases en el camino de vuelta.
Respiro aliviada con su explicación. A pesar de ello, todavía me asusta pensar que las extrañas sombras no eran ni él, ni su madre. No quiero saber nada del comportamiento de ayer. Prefiero olvidarlo. [...]
Lo que resta de tarde, la pasamos charlando. Me cuenta algunas cosas de cuando era pequeño. Me recuerda a cuándo yo era una renacuaja feliz. Pero prefiero no adentrar mucho en mí y saber sobre él. Cuando llegamos a la parte del porqué se mudó aquí y de porqué es así, su cara vuelve a cambiar y antes de que actúe igual o peor que el otro día, me dirijo a la ventana y la abro.
-Tony, ya puedes marcharte- le indico con la mirada que tiene que volver a salir por el árbol del lado lateral.
Cuando se agarra de la ventana para salir me mira. Sus ojos profundos me dejan inmóvil por unos segundos. Entonces se marcha y seguidamente, cierro la ventana. A través de las cortinas observo como entra en su casa y antes de hacerlo me dice adiós. Cierro las cortinas rápidamente y sonrío. Las siete y veintitrés, la misma hora que ayer.
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No hay un porqué.
RomanceDaniela es una chica de diecisiete años, la cual sufre cierto problema... Pero alguien llega a su vida en el momento más indicado para en cierto modo salvarla. Amsterdam es una bonita ciudad en la que el peligro pocas veces acecha, pero siempr...