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Roland=

-¿Estás bien?--Me ignoró y sin decír más nada se metió dentro de su casa.

Me quedé unos segundos mirando la puerta sin saber que hacer, como si esperara algo que no iba a pasar y luego volví a arrancar en dirección al club.

Aún debían pagarme por el trabajo que hice esta noche y el que había hecho esta semana.

Llegué al establecimiento y me bajé, Níon ya no estaba y otro guardia de seguridad se estaba encargando, me dejó pasar y en cuanto entré me dirigí a la parte del fondo del lugar.

-¡Al fín llegas!- Gritó el idiota número uno llamado Keliet, él idiota número dos que se llama Keni pero al que me gusta llamar pelusa por su aspecto todo grisáceo me estaba mirando con odio.

-La dejaste sola y casi desnuda, la peliroja que contrataste la estaba apunto de golpear, sabes que no permito este tipo de comportamientos en mi...

No lo seguí escuchando, nadie se mete con mi gente, nunca lo e permitido y ésta no es la excepción.

-¡Roland!- Exclamaron las chicas al verme, algunas me sonreían y otras simplemente se ruborizaban y desviaban las miradas.

-¿Donde está la pelirroja?- Les pregunté cortante y todas entendieron que no estaba de humor.

Todas señalaron el pasillo rojo y bufé -¿Qué habitación?- Les pregunté a regañadientes.

-Cinco- Avancé a paso rápido hacia la puerta de esa habitación, los gemidos de la chica se escuchaban en todo el pasillo algo completamente molesto teniendo en cuenta que los clientes quieren privacidad.

Abrí la puerta y me paré en el humbral -¿Ya van a acabar o espero un poco más?- Se apresuraron a cubrirce y ella me miró con los ojos muy abiertos.

-¿Por qué estás aquí? Mi turno aún no termina, voy a hablar con el dueño- Me amenazó el tio como si con eso creyera que me iba a asustar en su lugar le señalé el pasillo y bajé mi mano al arma.

-Adelante amigo mío pero antes te recomiendo vestirte, no querrás que se burlen de las pequeñeses ¿O sí?- Levanté una ceja y lo escuché decir algo en un idioma que no pude reconocer, se vistió y salió de la habitación hecho una furia.

-Ven aquí- Le dije a la pelirroja.

-Ro...land- Su voz tembló.

-Ven cariño- Dudosamente salió de la cama y se acercó a mí envuelta en las sabanas.

Pasé mi mano por su mejilla y ella cerró los ojos, tiré de las sabanas y las dejé caer en el piso para observar cada detalle de su cuerpo -¿Cómo te llamas?- Abrió los ojos y me sonrió a medias.

-Kira señor- Chasquié la lengua y le sonreí.

-No me digas señor, no soy
viejo- Le recordé.

-Pero eres mi jefe- exactamente.

-Correcto...pero...si soy tu jefe ¿Por qué estás trabajando de prostituta y no haciendo el trabajo que yo, tú jefe, te dí?- Bajó la mirada y la obligué a mirarme tomándola suavemente de la barbilla, aún no era momento para asustarla, eso vendría después.

A Las Ordenes Del BandoleroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora