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Me tomó horas conseguir que el padre me haga una certificación confirmando la unión de Evangeline y mía.

Ben no ayudó en nada, el padre se mostró molesto porque habían pasado más de cinco años y Ben no lo había llamado ni una sola vez, pero por otro lado ya sé quién le metió la idea a Evangeline de llevar a nuestra hija a un orfanato y si no fuera porque se cayó dormido luego de que firmó los papeles ya lo hubiera matado.

Ese día lo pasé con Ben, fuimos a comprarme ropa. Debía dar una buena impresión si quería que me dieran a mi hija, así que compré una tonta camisa, unos pantalones negros elegantes muy parecidos a los que utilicé en aquella cita del pasado con Evangeline y Ben sugirió una corbata la cual rechacé, quiero ser padre responsable no un idiota, además dudo que Evangeline esté dispuesta a hacerme el nudo sin querer ahorcarme.

Las horas fueron pasando, Lina se ofreció a hacerme una comida especial pero sin que ella lo viera Ben comenzó a negar y se acarició la panza dándome a entender que si comía su comida especial iba a terminar en el baño haciendo algo especial, así que la rechacé, tomé una banana y me dirigí a mi habitación.

-¡Ojalá la metas por el agujero equivocado!¡Eres un mal agradecido Roland!-me gritaba Lina mientras yo me alejaba por el pasillo y antes de cerrar la puerta la oí decir:
-¿Y ahora a quién le doy mi torta súper cargada de chocolate y cositas extras?

-¡A Ben!- grité riendo y cerré la puerta con pestillo.

Procuré dormir bien, no quería ojeras y como debía levantarme temprano alicé la camisa, la colgué preparando así todo y me puse el despertador.

Desperté temprano, molesto, hacía años que no me despertaba temprano y mierda que era horrible tener que despegar la mejilla de la almohada y no gritarle al cielo que vuelva a oscurecerse.

Me vestí rápido, fui al baño, hice lo que tenía que hacer y Lina entró cuando estaba meando.

-Déjame peinarte- dijo como si nada y le cerré la puerta en la cara.

No tengo idea de como entró, pero debo descubrirlo antes de que le salte la tuerca, no vaya a ser cosa que se siga metiendo al baño cuando yo lo estoy usando.

-¡Roland apúrate!- gritó y sabiendo que al menos en eso debía obedecerle metí mi miembro en el pantalón, lavé mis manos y abrí la puerta.

-Eres mi hermana y si vuelves a entrar...

-¡Oh, por favor! ¡Soy mayor de edad sé lo que es un maldito pene y un culo!- protestó y me arrastró a la cama, se sentó a mis espaldas y con un cepillo rosa me peinó el pelo hacia atrás.
-Además no tiene nada de malo ver uno nuevo...

-¡LINA!- Exclamé molesto.

-¿Qué? Llevo viendo la tranca de Ben desde...desde que aprendí a girar- se rió y me soltó -Listo Roli, ve a conquistar a tu chica y si no quiere recuérdale que la tienes grande.

-¡Largo!- le ordené y salió murmurando que era un desagradecido.

Caminé hacia el espejo del baño e hice una mueca ante la imagen de chico bueno.

Definitivamente no soy esa clase de chico que usa camisa, se porta bien y tiene un futuro prometedor yo soy más bien un desastre, esa es la realidad, pero si usar este disfraz me ayuda a conseguir tener de regreso a mi familia lo voy a tener que usar.

Desayuné algo preparado por mí y me escapé antes de que Lina me obligara a comer su torta de chocolate.

Llegué a la casa de Evangeline notando cuánto me molestaba no poder decir que es la casa de mi esposa y mía.

A Las Ordenes Del BandoleroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora