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Roland=

Llegué y la churrita estaba durmiendo, su cuerpo yacia recostado sobre la cama y tenía puesto un pijama que le quedaba perfecto, ahora sí parecía una chica de su edad pero no iba a durar mucho, necesitaba el diamante y luego huír lejos de aquí así que no había tiempo para que ella durmiera

Encendí la luz y le quité la almohada, se removió, se tapó hasta la cabeza y se destapó los pies

Sus medias eran blancas y su diminuto short se le levantó un poco y pude ver que la ropa interior que traia de bajo, tanbién era blanca

Mira nada más, una virgen en mi casa y ni siquiera he intentado quitarle la florcita ¿Qué coño me pasa? Ésta chica va a terminar entregándose a mí, yo haré que sus bragas se tiñan de rojo

—¡Arriba!— grité y ella abrió los ojos del susto, su miraba estaba perdida y obserbába todo a su alrededor con miedo

—¿Por qué estoy aquí?— preguntó y levantó las frazadas, suspiró aliviada y me miró
—¿Me dormí?—asentí

—Andando, te dije que hiría por comida y volvería ¿Eres tonta o no sabes escuchar?— no dijo nada y comenzó a vestirse a paso apresurado

—¿Qué hora es?— se pasó las manos por los ojos

—Cuatro de la mañana y tengo mucha hambre, el sexo me deja hambriento así que empieza a cocinar y llámame cuando la comida esté lista, huelo a coño de puta y necesito una ducha— subí las escaleras desnudandome en el camino y entré a mi habitación

Evangeline=

Caminé por la casa y en cuanto encontré la cocina me quedé sorprendida, la casa parecía ser parte de una película de terror pero la cocina ni siquiera parecía pertenecer a esta casa. Todo era blanco y muy bien iluminado, había una bolsa llena de comida sobre la isla, me acerqué y saqué todo dejándolo sobre la mesa

No entiendo como es que este hombre puede seguír despierto y tener hambre a esta hora, yo me estoy muriendo del sueño

Le preparé las hamburguesas y comencé el camino devuelta a la habitación, me pasé los puños por los ojos

—Oye mira por donde
caminas— jadeé del susto y tropezando golpeé mi cabeza contra la suya provocando que ambos calleramos uno sobre el otro

Me sobé la frente y lo miré

—¿Esperas un beso o qué? Ya salte de encima— tambaleandome me paré y caí nuevamente al ver que solo tenía una toalla —Auch! Deja de
caerte— se quejó y se sobó la frente con la mano

—Estás solo en toalla— murmuré sin querer mirar hacia abajo

—Por supuesto, acabo de ducharme ahora salte y no te vuelvas a caer empiezo a creer que te gusta sentír mi pene— me apresuré a levantarme y más roja de un tómate me metí a la habitación de hoy

No tenía hambre, solo quería dormír

Me volví a poner el pijama y me metí en la cama tapándome hasta la cabeza

—Oye— me destapé y lo miré

Su pecho estaba al descubierto, su cabello estaba mojado y esta vez pude ver más a detalle como esa toalla era lo único que cubría su cuerpo y era lo único que le impedía estar completamente desnudo

—Mis ojos están aquí— levanté la mirada observando sus rostro y me encontré una sonrisa burlona y unos ojos negro-amarronados que me miraban con picardía

—Lo siento— murmuré avergonzada

—Perro que ladra no hinca los dientes, tú eres de esas, miras pero no tocas así que no hay problema— agrandé los ojos y entreabrí la boca para decír algo pero no sabía que decír, no quería avergonzarme más así que solo bajé la mirada y me dí cuenta de un gran detalle

Todo mi cuerpo de la cintura para arriba había quedado al descubierto, me apresuré a cubrirme y él rió

—Como si quisiera mirarte las tetas escondidas en ese
sujetador— murmuró por lo bajo pero lo escuché

—¿Qué quieres?— le pregunté evitando su mirada y apretando mis puños. Estaba harta de que me llamara fea, vieja y esas cosas, solo porque no utilizo maquillaje y no tengo dinero no significa que me vestiré como las zorras que le abren las piernas fácilmente y que a él tanto le encantan

—Que vengas a comer estás muy flaca y al hombre que le robarémos le gustan las chicas con más carne— salió de la habitación y minutos después de pensarlo y sentir el aroma de las hamburguesas, me tapé el cuerpo con una campera que encotré en el mueble y fuí a la cocina

Él estaba sentado en un sillón mirando una película de vaqueros, no me le acerqué, solo tomé la hamburguesa que está en la mesada y me senté en uno de los taburetes junto a la isla

Comí la hamburguesa y comencé a limpiar todo, luego de meses de hacerlo ya me había acostumbrado

—Ven, tenemos que planear
todo— me sequé las manos y tímidamente me le acerqué

—Sí, hablando de eso necesito que me devuelvas la cadenita que me robaste— me crucé de brazos frente a él y él solo siguió mirando la tv con los brazos detras de su cabeza como apoyo

—Nop— me dijo sin siquiera mirarme

—Pues no hay trato— apagó la TV y me miró

—El trato ya está cerrado, sabes donde vivo, sabes donde trabajo así que el trato está cerrado o te mato y el collar lo vendí para comprarme un whisky—

—¡Un maldito whisky!— grité molesta y me miró con la boca abierta

—Me encantas enojada, tus garras simplemente salieron ¿Dónde habías escondido a esa leona?— lo abofeteé

—Consigue la maldita cadena, era de mi madre y la necesito—me dí la vuelta completamente furiosa y volví a la habitación

Necesito ese collar...

Necesito ese collar

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A Las Ordenes Del BandoleroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora