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Cinco minutos ¿Cómo se suponía que en tan solo cinco minutos iba a ponerme ese conjunto de lencería, maquillarme y arreglar mi cabello para hacer algo que no estaba dispuesta a hacer?

—Apurate—respiré hondo al sentir el frío del arma en mi espalda

—No voy a salír—bajé de la silla y me hice a un lado para buscar mi ropa

—Las quemaron—levanté la cabeza y como la última vez que lo ví, él estaba recargado en una de las paredes con su actitud de chico malo y el arma en su mano

Miré hacia las demás mujeres que estaban conmigo en este diminuto vestidor y todas estaban en su propia nube de maquillaje. El lugar se me hacía muy abrumador, el olor del alcohol llegaba hasta aquí, era como si ya estuviera impregnado en el lugar, mezclándose con la humedad y el moho que empezaba a formarse en el techo

—No podrás irte jamás si no lo haces, debes entender que desde el momento en que te cruzaste en mi camino tu vida me pertenece y me obedecerás en todo—negué

Este tipo está loco, este es el siglo XXI no hay exclavos y mucho menos yo seré una

—Me voy—le repetí

Pasé por su lado y tomé la perilla de la puerta para salír pero me detuve al escuchar un ruido

—La única forma de que salgas por esa puerta sin mí es estando muerta, esta es mi última advertencia, sientate en esa silla y apurate— miré detrás de mí
—No lo harán, él único que puede ayudarte aquí soy yo y lo estoy haciendo churrita, si lo haces bien ganarás algunos billetes—si tengo que trabajar de esto para obtener dinero no lo quiero

Mi vida no es perfecta pero estoy viva y tengo para comer, tengo un techo sobre mi cabeza y no necesito bailar en un cañó para mantenerme

—Te e dicho que no, tío ¿Que parte no entiendes?—sonrió con burla

—Me vas a llamar por mi nombre no "Tío" y ni se te ocurra decír coño, culiao, ostia o cualquier palabra de esas—rodeé los ojos—Quita ese estúpido acento y vamos ya te toca—tiró de mi mano hacia unas enormes cortinas de terciopelo rojo

La música comenzó y él se quitó la chaqueta y la puso sobre mis hombros

—Disfrutala, esta será la primera y la última vez que te dejaré utilizarla— besó mi mejilla y aprovechó mi distracción para llevarme hacia la pasarela

Me quedé en shock al ver a toda esa gente

—Que esperas—Negué, mi cuerpo no reaccionaba, sentía muchas náuseas pero aunque quisiera no podía moverme para vomitar ni para hacer nada

Escuché abucheos y la voz del bandolero hablando pero todo se escuchaba muy lejos

Sentí frío en mis hombros y una corriente recorrerme de pies a cabeza pero no lograba hacer nada

—¡Que esperas!—gritaron

Escuché más gritos y cuando por fín pude reaccionar me encontraba casi desnuda frente al escenario

Un pervertido había subido y me había arrancado el sostén

Me jalaron del brazo y forcejeé

—¡Soy yo!—gritaron pero no respondí ni ví quién era, lo empujé y corrí devuelta a los vestidores

Estos se encontraban vacíos

—¿Por qué no me dijiste?—escondí mi cabeza entre mis piernas y lloré en silencio
—Churrita, arriba—no le respondí

—Dejame en paz—sollocé

Jamás me había sentido tan avergonzada en mi vida

—Si te lo pones a pensar no fue tan malo—levanté la cabeza y él bandolero estaba sentado a mi lado fumando un cigarro
—Bueno, vale, sí fue malo todo el mundo te vio las pechugas—volví a esconder mi rostro entre mis piernas

A Las Ordenes Del BandoleroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora