1

1.4K 175 47
                                    

La mañana llegaba al cuarto que con el paso de los años se había llegado de pinturas y caballetes. El sol había salido hace poco y un joven rubia llegaba exhausto de una larga noche de trabajar como mesero.

Steve aflojó la corbata verdosa de su uniforme y arrojó su chaqueta aún lado. Bostezo grande, arrastrando los pies abrió el cajón del único mueble de cajones en la pequeña habitación.

-fue una mala noche para las propinas -de sus bolsillo sacó algunos centavos y los coloco en una lata de café llena de monedas y algunos billetes de un dólar -pero cada centavo cuenta -empujó la lata con las demás.

De su otro bolsillo sacó el viejo recorte del restaurante que había conservado durante todos estos años. Lo dejó junto a la foto de su padre, ahí el hombre sonreía con su traje militar puesto -descuida, pronto lo lograremos -

Exahusto se dejó caer en la cama y soltó una fuerte exhalación. El despertador sonó casi enseguida. Abrió los ojos y de un salto camino al armario -buenas noches Carl's - sacó un traje de un chaleco y un pantalón amarillento -Buenos días Duke's-

Hay un pueblo muy sureño. Haya por el río.

Salió corriendo de su casa, su madre apenas se levantaba y sólo pudo ver a su hijo salir corriendo.

Subió al tren y miró una revista que había encontrado en junto a él. Una hermosa mujer le sonreía y meneaba sus pestañas, pero él ni siquiera la notó, estaba muy concentrado en las recetas que la revista presentaba.

Con mujeres realmente bellas y caballeros finos.

Se bajó del tren justo cuando la mujer estaba por tocar su hombro.

Al salir frente a él pasó una banda, con tambores, platillos y trompetas. Logró esquivarlo y llegar a su lugar de trabajo justo enfrente.

Siempre hay ritmo y melodia,
De día y de noche, no paran jamás
Esa música es única y al paraíso con ella vas a entrar.

Entró y se coloco detrás de la barra, resivio una gran cantidad de platos para entregar. Le encantaba ver la cara de la gente transformarse de una amargada y aburrida a una alegre y entusiasmada al tener un buen platillo de desayuno en frente.

Con quien quieras ven acá,
Que colores y que variedad, que colores y que variedad, que suave aire ¡que ciudad! Y se llama Nueva Orleans.

Preparo los famosos beignets con rapidez y los sirvió enseguida.

Aquí hay magia, ya veras, que te pone bien o muy mal.
Te puede hacer ganar o perderas
Aquí en Nueva Orleans

Ese día había más gente de la de costumbre y era por nada más y nada menos que para ver la llegada del príncipe que venía de muy lejos. La noticia salió en los periódicos como un gran encabezado.

Amigo ¿a dónde vas? Ven acá prueba y veras

Todos se reunieron para resivir al príncipe de Maldonia. El cual apenas hizo acto de presencia salto a las calles a unirse a la fiesta interminable que daban los músicos.

Grandes las mansiones, de los nuevos reyes hechos de algodón.

El señor Potts retiraba a su hija de la mansión, para llevarla a desayunar. Le entró el periódico a la rubia la cual emocionada leyó la noticia de la llegada del príncipe.

El príncipe y el sapo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora