El baile de disfraces era encantador, las personas más importantes habían asistido con trajes elaborador y excéntricos.
Bailando al compás de la canción, bebían y de gustaban de los beignets.
Steve con un traje muy simple de gitano servía el postre con la miel caliente recién hecha. Junto a él, en la escalera principal Pepper, vestida de princesa miraba desesperada a la entrada, ignorando a los pretendientes que la correteaban.
La rubia logró liberarse del molesto pretendiente que le había estado insistiendo como por dos horas y corrió a la mesa donde estaba Steve.
—¡Dame las servilletas! —pidió tomándolas sin pensar y colocándola debajo de su vestido.
—¿para que las quieres? —Steve bajo aún más el fuego de la miel.
—¡estoy sudando como langosta en una hoya! —gritaba ventilando el vestido con fuerza y desesperación.
La rubia correteaban en el mismo lugar —¡Steve! Aún no aparece y es tarde —se mantenía con la mirada fija en la entrada.
—aún no acaba la fiesta —intentó calmarla.
La rubia se dejó caer en las escaleras con los brazos cruzados —¡estoy es muy injusto, mi príncipe nunca va a llegar! —rompió las servilletas y las mando volando —¡Nunca obtengo nada de lo que deseo! —grito y subió las escaleras enojada.
Pepper lloraba a mares, Steve sostuvo la tiara que dejó tirando y la siguió con ella en la mano— no te pongas asi—palmeo la espalda de la rubia.
Con el maquillaje corrido la rubia pensó en una mejor idea —¡tal vez no he deseado con ganas! —junto las manos y miro a la estrella —puedes, puedes ¡PUEDES! —grito al final desesperada.
Steve le sonrió dulcemente —Pepper, con solo desear ante una estrella no vas a lograr que... —
—¡Damas y caballeros! —el anuncio los tomó por sorpresa, ambos giraron sorprendidos para saber que ocurría. —¡Su alteza real el príncipe Anthony! —lo anunció y se vio al príncipe caminando hasta la escalera donde estaba Pepper.
A Steve se le fue arrebatada la tiara de las manos, mientras miraba distraído la estrella ¿de verdad le consedio el deseo?
Pepper se limpio el maquillaje corrido con un paño, acomodo sus pestañas en un movimiento de manos y polvoreo su cara, incluso le dio una rápida pasada a su labial. Silvo con fuerza y una luz la iluminó solo a ella, soltó un poco de brillantina y cubrió su rostro de manera coqueta con su abanico.El príncipe llegó al final de las escaleras, Pepper sacudió sus pestañas y bajó el primer escalón lentamente, pero luego con velocidad llegó al príncipe, como si sus pies floraran.
El príncipe se inclino ante ella, Pepper lo tomó de la mano y lo apego rápidamente para iniciar el vals. La música lente empezó, Steve bajo de las escaleras y volvió a su lugar detrás de los postres. Miraba a su amiga mirar al príncipe con felicidad extrema.
Cuando en frente de él la pareja bailo Pepper señaló al príncipe con estudiamos, para que su amigo pudiera ver que era verdad, que su deseo se cumplió y pronto los de él también. Steve le sonrió y levantó sus hombros.
Se meneo un poco con la música. Cuando un par disfrazado se acercó a él.
—buenas noches, Steve. Maravillosa fiesta —uno de los hermanos Russo se quito la máscara y saludo sonriente al joven rubio.
—buenas noches, Señor Russo —otro disfrazado apareció y se quito la máscara —y señor Russo—
—huelen bien los beignets—dijo el segundo hermano en aparecer.
Steve extendió un plato hacia ellos —y van a ser nuestra especialidad cuando firme los papeles pentiendes —
Uno de los hermanos había tomado varios de los postres y los comía sin reparo mientras el otro dudaba entre sí hablar o degustar el beignet.
—si, sobre eso... —dijo el hermano que aún no había procado bocado.
—llegó otra oferta —dijo el hermano que seguía comiendo.
La sonrisa de Steve se borro —¿que?
—esque vino un hombre y ofreció el pago en efectivo y total —aclaró uno de los hermanos mientras el otro tomaba más beignets y los metía en su disfraz. — a menos que mejore su oferta para el miércoles —
—dile adiós a tu amado lugar —el hermano seguía tomando todos los postres que podía sin mirar a Steve siquiera.
—¿tienen idea de cuánto tiempo llegó reuniendo el dinero que pedían? —los hermanos quisieron retirarse pero Steve se plantó frente a ellos.
Uno de los hermanos tosio —exacto, y por eso un joven en tu posición, no habría logrado jamás dirigir su propio restaurante —dijo tranquilo.—estas mejor así—
Steve miró furioso a los dos hermanos y como sin más se marchaban —¡oiga un minuto! —
—aunque los beignets están ricos—dijo el segundo hermano avanzando con su traje de caballo.
—¿que creen que están haciendo? ¡No se vayan! —sin pensarlo tomo con fuerza la cola de caballo del traje, pero esta estaba muy floja, así que al jalarla con tanta fuerza perdió el equilibrio rápidamente y cayó de espaldas contra la mesa, arrojando varios dulces de colores sobre su traje.
Pepper se acercó a Steve, estaba tan embobada, abanicandose mientras aún mantenía en su vista al príncipe —ay, Steve, es tiempo de atrapar el príncipe con tus fantásticos... — Pepper bajo el abanico y miró preocupada a Steve —¿que te paso? —
—nada... Es que...
Pepper lo ayudó a levantarse —¡Príncipe Anthony, vuelvo en un minuto cielo! —le grito al príncipe y con cuidado guió a Steve a las escaleras —te mande a hacer el mejor traje que pudieras imaginarte —le aseguró.
Llegó a Steve a cambiarse mientras ella volvía a darse una nueva capa de polvos —¡ay, Steve, no crees que nuestro baile resultó perfecto! –se volvía a acomodar el maquillaje —no me sorprendería que nos casemos pronto ¡Gracias estrella del atardecer! —grito Pepper extendiendo los brazos —oye,empezaba a creer que eso de pedir deseos era para bebés y gente más bien loca —se rizaba más pestañas con el ojo bien abierto. Miró en su espejo la figura de Steve.
Sonriendo se giro al ver apuesto joven que salía con la cabeza gacha —¡mirate! Si eres tan apuesto, no es el traje señor es tu sonrisa—movió el rostro del rubio para que lo levantara pero este se negó.
Era un traje azul suelo, con botones dorados, con sus cabellos rubios bien acomodados, con una corona dorada y brillante sobre estos. Pepper lo contempló, le hacía tan feliz ver a su amigo lucir ropas hermosas.
—parece que era ayer cuando soñábamos, si ambos lo hacíamos, soñábamos con cuentos hermosos —la rubia miraba a la estrella —¡Bueno, vuelvo a la contienda! —se acomodo su vestido. Salió corriendo a la puerta y se despidió con una mano —¡deseame suerte! —
Steve se arrimo a las columnas de la cama, de brazos cruzados, miró con tristeza la hoja de papel que tenía plasmado su sueño.
—llegare... —bajo la hoja y avanzó hacia el balcón —todos querrían visitarlo ya... Y casi lo logre... —se dejo caer en el pasamanos del barandal.
Miró la estrella en lo alto del cielo, suspiro y negó con la cabeza —es increíble que vaya a hacer esto —
Apego el papel con fuerza a su pecho —puedes, puedes, puedes —pidió en un tono bajo.
A su lado apareció una rana, no la había visto y se sorprendió de verlo ahí.
—muy gracioso... —giro los ojos y recargo su rostro en su mano —¿y ahora que? ¿Quieres que te bese ya? —
El sapo parecía verlo de arriba a abajo, si Steve no supiera que era una simple rana creria que estaba sonriendo.
—creo que eso me gustaría, si—escucha a la rana hablar y se alejo enseguida del barandal.
Se golpeó contra el mueble lleno de peluches y terminó sentado en el suelo.
ESTÁS LEYENDO
El príncipe y el sapo
Fiksi PenggemarEl trabajador y ambicioso, Steve sueña con algún día abrir el restaurante más fino de Nueva Orleáns. Su sueño se desvía un poco cuando conoce al príncipe Tony, quien ha sido transformado en un anfibio por Whitney Frost. Confundiéndolo con un prínci...