2; Del Boxeo, las chicas y las chicas como distracción.

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Del Boxeo, las chicas y las chicas como distracción.

Hudson

Veo el cuerpo de Phoenix  moverse de un lado a otro mientras que hace su rutina. Es como un imán de miradas; las atrae a todas, en especial la mía. Sería un puto mentiroso si dijera que no he pasado los últimos días observándola.

Por eso estaba aquí.

No es como si no supiera de su existencia antes de que decidiera enterrar la cara del puto de Josh en el cupcake. En los vestidores de los hombres corrían las voces, Phoenix fue el tema de conversación en más de una ocasión, pero no había pasado de allí. Nunca habíamos tenido una conversación, ni siquiera habíamos cruzado dos palabras...

Hasta la noche anterior. La puta noche anterior, cuando la vi vaciar estomago en mi lavamanos, cuando la ayude y ni siquiera obtuve un gracias de su parte.

Genial

¿Dónde están tus modales, Phoenix?

Evan, el capitán del equipo de basquetbol, se acerca hasta donde me encuentro sentado y palmea mi espalda. No le toma mucho tiempo descifrar donde está mi mirada y cuando lo hace, sonríe con burla. Después de todo, el maldito me conoce de toda la vida, es casi como mi hermano.

Es mi mejor amigo.

—   Ni siquiera lo intentes, Hud —  Palmea mi brazo — Phoenix no es como las chicas con las que sueles acostarte.

Estoy casi ofendido. Lo observo incrédulo

—   ¿Y quién eres tú para decirme que hacer? — Cuestiono — Qué tipo de chica es Phoenix, entonces.

—   Es el tipo de chica a la cual no le gusta despertarse sola, Hudson — Murmura hacia mí — La chica que recibe rosas y chocolates en San Valentin. Tú  y yo sabemos que no eres del tipo que se compromete, así que deja a la pobre chica en paz.

—   Nunca he sentido la necesidad de comprometerme porque ninguna mujer ha llegado a interesarme  lo suficiente. — Lo observo — No soy un hijo de puta, Evan.

Levanta una ceja.

—   ¿Y crees que Phoenix es la chica que despertara ese repentino interés?

El cuerpo de Phoenix cae al suelo con un golpe sordo y un grito colectivo se escucha en el lugar. Salto de mi asiento dispuesto a ayudarla, pero me detengo cuando la veo levantarse, asegurar que está bien y continuar como si nada.

Observo a Evan

—   Tú mismo has dicho que ella no es como las chicas con las que acostumbro a salir — Murmuro, mientras que vuelvo la vista hacia ella. Sus mirada se topa  directamente con la mía y la retira casi de inmediato — Quizá me anime a comprobarlo.

—   Hudson— Me advierte Evan

Ruedo los ojos y bajo los escalones de las gradas. He decidido que he tenido suficiente de él y sus advertencias sin sentido, Me dispongo a salir del gimnasio, por lo cual murmuro un adiós colectivo, el cual es contestado por casi todos. No soy un hijo de puta, mamá me había educado perfectamente, siempre mencionaba  que los sentimientos de una persona no eran un juguete con el cual podías jugar y desechar cuando te aburrías.

Lo que tenía con las chicas era por acuerdo mutuo, jamás prometia un futuro donde las llevaba a caballo y vivíamos felices para siempre, ellas accedían a tener algo sin compromiso y para mí eso sonaba bastante bien. Sonaba bien porque no quería compromisos de ningún tipo, mi vida  ya era bastante complicada como para agregarle otro factor de riesgo.

Hudson Ford: El inicio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora