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Público

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Como ya era habitual en Hogwarts, se encontraban a personas de una casa hablando con personas de la misma, nadie se preguntaba, ¿qué pasaría si un grupo de una casa, se sentara a desayunar con otra? Porqué básicamente nadie hacía o tenía pensado hacer eso.

Bueno, resulta que ese día, las cosas iban a cambiar un poco.

El trio de oro, cada vez era más cercano al grupo de Slytherin's con los que se encontraban para jugar a un juego creado por los muggles así que no tendrían ningún inconveniente con sentarse con ellos.

Ese día, Potter, Granger y Weasley, decidieron hablar con las serpientes antes de sentarse en sus correspondientes mesas para desayunar y así entablar una conversación mientras comían se sentarían en una mesa común.

—¿Qué os parece si os invitamos a sentaros con los leones durante un día?— preguntó muy animada, esperando la respuesta de éstos un poco sobresaltados.

No era muy normal como estaba claro el que ya de por si se hablaran entre casas de diferentes colores como que aún encima fueran los tríos más conocidos de la escuela.

—No me parece una mala idea. ¿Pansy, Draco?—Los nombres de sus amigos se hicieron presentes para saber sus opiniones.

—A mi me parece una idea estupenda—se había volteado hacia el rubio—¿y a ti Dray?

Draco miró al trío dorado para poder ver en especial a cierto azabache de ojos esmeralda, que le sonreía amablemente con una mirada esperanzada. Al conocer bien a Harry, o bueno, eso pensaba él, notaba como le suplicaba que aceptara con su mirar.

Malfoy asintió, haciendo que a Harry se le iluminara la cara un poco.

—Bien entonces, vamos a la mesa a desayunar.

Pansy y Hermione entraron de primeras al Gran Comedor riendo, haciendo que una parte de la sala se les quedara mirando, era extraño que los alumnos de Hogwarts no comenzaran el cuchicheo todavía.

Detrás de ellas, Ron, que estaba sonrojado por cualquier cosa que le hubiera dicho Zabini mientras ambos entraban y se sentaban en Gryffindor. Después de eso, más de la mitad de la sala los estuvo viendo durante unos segundos pero aún no había palabras que describieran sus vistas. Y los de la mesa de los leones, no estaban muy de acuerdo en que gente de otra casa estuviera allí.

Por último entraron Malfoy y Potter, hablando, normal, como si realmente se conocieran de toda la vida.

Ahí fue cuando todo el mundo se dió cuenta de que algo extraño pasaba y los miraban como si tuvieran algo vergonzoso en la cara. Comenzaron los susurros entre bandos de casas, aliados y enemigos.
Ginny también estaba presente y con una cara de angustia y rabia por no poder estar en el lugar de Draco en ese momento.
Aquello hizo que Draco sonriera levemente. El ver de esa forma a la pelirroja dejaba poco que desear.

Todos se sentaron en la mesa de Gryffindor haciendo que las serpientes se sintieran un poco incómodas y nerviosas por no estar en su mesa. Era extraño ver los atuendos rojo rubí.

Draco no tenía mucho apetito esa mañana, aunque nunca lo tuviera, estaba cansado, agobiado... ¿Furioso?

—Amor—exclamó en un susurro intentando que fuera inaudible para los demás y mirando el rostro del rubio— ¿Estás bien? No has probado bocado.—acto seguido, el mismo degustaba un pedazo de pan.

—Eh si. No tengo mucha hambre—decía mirando a Harry y al instante desviando la mirada.

Claro que Harry no había sido el único que notó la falta de comida del contrario, Parkinson era como una madre para Malfoy y eso se hacía ver en sus preocupaciones.

«EDITANDO» Verdad o reto, promesa o beso [Harco/Drarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora