Capítulo 2.

143 12 4
                                    

Todo pasó en un instante, y no pudo hacer nada. No podía hacer más nada que culparse por lo sucedido. No dejaba de repetirse que era un cobarde, inutil, bueno para nada.

Ike ya no salía, no hablaba con nadie, ni siquiera entrenaba con su espada. Él mismo se prometió que debía ser fuerte, como cuando lo fue su padre al asesinar a su madre. Pero los recuerdos y la depresión se apoderaron de él, logrando que este ya no sintiera nada.

Su pueblo se preocupaba por él, pero el mercenario jamás aceptaba su ayuda. Hasta que, como decición final, decidieron optarle por muerto.

Mist, Elincia, Ranulf, sus compañeros... Todos muertos por cobardía pura.

—¡Ike! ¡¿Qué esperas? Ayúdanos! —las palabras del gato resonaron en su cabeza. Pero sus piernas se lo impidieron. Sus miedos se lo prohibieron.

—¡Hermanito! ¡Tengo miedo!

—Mi señor Ike, por favor...

Todo lo perdió en un solo día...

Aquel gran mercenario que se conocía por su gran determinación y valentía, lo mató el miedo.

Entre sus manos tenía una carta que no conocía cómo llegó ahí. Al leerlo, quedó pensativo.

No quería conocer a nadie. No quería moverse. Solo esperar a la muerte.

Nuevamente, el miedo le atacaba. No quería encariñarse con nadie, para luego perderle otra vez. Pero no necesariamente tenía que encariñarse con alguien. Debía admitir que en parte quería respirar aire fresco nuevamente, quería socializar aunque sea un poco, quería tomar su espada para luchar otra vez.

Quería sentir algo, aunque sea por un momento. Quería dejar de sentirse Vacío.

—¿Qué tan malo podría ser?

Vacío. {Marth x Ike}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora