Capítulo 25.

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Ike se levantó de golpe después de tener la misma pesadilla que le aterraba para causar culpa en él. Después de la jaqueca, miró a todos lados. Lo último que recordaba era al príncipe gritándole. Al darse cuenta que estaba en camilla, suspiró por saber lo que seguramente habría pasado después de la caída.

En un intento de incorporarse, observó al dichoso peliceleste durmiendo sentado, con la cabeza y los brazos recostados en la camilla, su camilla. Sonrió de lado y se giró para tener una mejor vista. Acarició sus suaves y despeinado cabello, tratando de no tocar la pequeña corona que llevaba por miedo a dañarla. Sus ojeras delataban que había estado en vela ahí, por él.

—No tenía que preocuparte tanto por mí, princesa —susurró de forma dulce para que el de Altea no le oyera.

Pasó su mano por la mejilla, sintiendo la suavidad de esta. Lo exploró delicadamente con la yema de sus dedos, para luego pasar por sus labios pequeños y pálidos. Era un príncipe perfecto.

Maldijo al sonido de la puerta abrirse, no quería terminar con ese momento. Se sentó para que no se notara tan sospechosa la escena y deseó que esa persona que desapareciera lo más rápido posible. Casi no se escuchaban los pasos, por lo que se asustó al ver como la cortina que le daba privacidad se abría con despacio.

Sintió alegría al ver a la niña de arco, que aún no se había dado cuenta que estaba despierto. A ella lo primero que le llamó la atención fue ver a Marth dormido, y después de escanear su cuerpo subió la mirada a Ike, asustándola y alegrándola a la vez.

—Al fin despertó —susurró de forma audible sólo para el mercenario—, ya estaba comenzando a preocuparme.

En su, ahora sí, intento de levantarse, Isabela lo detiene diciéndole que tiene que esperar que el doctor lo vea primero.

Le explicó todo lo que pasó después de su grave golpe: la rabia del príncipe, la flecha, el final, las reuniones de Master Hand... Ella le señaló que llevaba más de una semana inconciente, y estaba altera ya que había probabilidades de que perdiera la memoria, pero no fue así.

Ike le preguntó por Marth, a lo que ella respondió que todas las noches le visitaba, y según ella creía haber escuchado, le tarareaba canciones de cuna para calmar sus dolores.

Luego de que el doctor le diera permiso para irse, con una sonrisa, el portador de Ragnell preguntó el número de habitación de Marth y la suya. Isabela se lo indicó y le dio la dirección torpemente. Agradeció y se llevó al dueño de la Falchion a su cama para que descanzara en completa armonía.

Jamás se había sentido tan Lleno en ese momento.

Vacío. {Marth x Ike}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora