San bun no ichi junjou na kanjou (Un tercio de sentimientos)

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Las clases de ese día terminaron, era hora de que los alumnos regresaran a casa e Iori no iba a ser la excepción; además él y Kyo siempre eran los primeros en salir del aula. Después de guardar sus cosas salían corriendo como locos hacia el lugar donde el moreno dejaba su medio de transporte (bicicleta); pero esta vez las cosas cambiaron. Kusanagi no esperó a que Yagami terminara de arreglar sus útiles, salió corriendo sin más ni más del salón, a duras penas su hermano pudo alcanzarlo en la reja de la escuela, pero el moreno se portó muy cortante y puso como pretexto que tenia que llegar temprano a su casa por una cena familiar para no platicar con el pelirrojo, el cual no detuvo mas a Kyo y se subió a su limusina; sólo vio a su hermano alejarse rápidamente de ahí. Kusanagi mientras tanto pensaba en las palabras de Yuki – Es gay....quien le gusta eres tu – razonaba en su cabeza repetidamente, a los pocos minutos llegó a su casa, dejó su bicicleta en la cochera y entró, en el guenkan estaban sus sandalias, después de ponérselas corrió hacia la cocina aventando de paso su mochila en uno de los sillones de la sala; al entrar a aquel lugar encontró a su mamá, la señora Kusanagi al verlo le sonrió y se acercó hacia él, lo recibió con un fuerte abrazó y un tierno beso en la frente, comenzaron a charlar mientras Shizu-san preparaba la comida; era el día libre de la cocinera y ella aprovechaba para demostrar su habilidad en las artes culinarias.

Al moreno le encantaba que su mamá cocinara y gustoso cooperaba en la elaboración de los platillos; las carcajadas se oían en toda la cocina, tanto la señora Kusanagi como su hijo disfrutaban el estar juntos. Sin embargo, el sexto sentido de las madres es muy agudo y alcanza a percibir cosas que otras gentes pasarían por alto, ya que, aunque Kusanagi sonreía, su mirada estaba nublada por la tristeza

– Kyo-chan, ¿qué pasa? – Preguntó Shizu-san mientras cortaba las verduras para la elaboración del Sukiyaki – te ves preocupado ¿te ha ido mal en la escuela? – el moreno se limitó a negar con la cabeza.

Aun no se aclaraban las cosas en su mente, las palabras de Yuki daban vueltas y vueltas, le daba pena comentarle a su madre algo de eso. Sin embargo la única persona que podía aconsejarle ahora era ella. La señora Kusanagi escuchaba siempre a su hijo sin interrumpirlo mientras hablaba y eso a Kyo le daba mucha confianza, y al final de la charla su mamá siempre le daba buenos consejos. Así que dejó de lado su pena y le preguntó directamente

– ¿Para ti que son los homosexuales? – Los ojos de Shizu-sama se abrieron completamente, su rostro palideció y se quedó callada – ¿y bien? – preguntó Kusanagi al no recibir respuesta – ¿que opinas? – insistió, notó que el gesto de su mamá ahora era serio

Shizu sama se quedó un rato pensativa, después, con una sonrisa en su rostro y un gesto alegre le dijo:

– Hijo mío, sólo puedo decir que para mi los homosexuales son seres humanos – después se volteó y siguió preparando la comida

Kyo escurrió una enorme gota y se quedó con gesto confundido, ¿qué clase de respuesta era esa?, esta vez su mamá no le había ayudado demasiado que digamos. Lo había dejado igual que al principio, lo que no sabia el moreno es que detrás de esas palabras se escondía una gran verdad pero en esos momentos no se detuvo a averiguar cual era esa verdad y con el pretexto de ir a hacer su tarea dejó a su mamá en la cocina.

Después de pasar por su mochila a la sala el moreno subió las escaleras de dos en dos, caminó por el pasillo cubierto con una alfombra verde con grecas bordadas en hilo dorado, llegó a su habitación la cual estaba hasta el fondo del corredor. Abrió la puerta, entró a su recámara aventando la mochila en la silla situada frente al escritorio, dejó las pantuflas a un lado y se recostó en el futón. No quería seguir pensando más en lo sucedido esa tarde; así que se levantó y se dirigió al mueble donde tenía su estéreo, colocó un CD de Michael Jackson y comenzó a bailar al son de Billy Jean, se movía como todo un experto bailarín. Así se distrajo un poco hasta que lo llamaron para comer. Después de la comida el moreno subió nuevamente a su habitación, no podía quitarse de la cabeza las palabras de su mamá las cuales por cierto eran confusas.

KURAKU I: COMO ROMEO Y JULIETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora