Capítulo XXIII: Yasashii Gogo

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Al día siguiente el ambiente en casa de los Yagami era muy diferente que otros días, todos estaban apurados; días antes habían entregado los regalos de fin de año a todos sus conocidos, y ahora, terminado el oseibo era hora del nengajo o tarjeta de felicitación de año nuevo, la cual se debe entregar justamente el 1° de Enero y se pide sean mandadas hasta el 15 de diciembre; adivinen que fecha era, 15 de Diciembre, claro que hay quienes las mandan días después (y llegan en la fecha adecuada) pero los Yagami eran personas puntuales. Cada uno de ellos mandaba alrededor de 150 tarjetas, menos Iori que como siempre, era "desterrado" de muchas actividades familiares, además no tiene a quien enviar dichas tarjetas, o mejor dicho... no "tenía"; ya que ahora se encontraba en su recamara preparando el nengajo para Kusanagi. Cierto es que tal tarjeta fue enviada en secreto, de otro modo al ser descubierta le hubiese hecho pasar las fiestas en el hospital.

Poco a poco se acercaba navidad y cada uno pedía a Papá Noel el regalo deseado, cosas como: "Ojalá que mi papá Noel me dé el nuevo juego de SNK", ó "Espero que mi Papá Noel me regale el Kimono azul de la tienda Tsunami" invadían la mansión a diario. Sin embargo, así como esas fechas traían consigo alegría y regocijo entre las personas, traían también tristeza para aquellos que se encontraban solos... como Kusanagi. Sus padres salieron a Fukuoka anunciándole que tardarían dos semanas en llegar, lo que significaba que pasaría sólo la Navidad y eso era de las cosas más tristes que podían pasarle; y, aunque no era la primera vez que pasaba es lógico que no tener a nadie cerca en esas fechas es algo que le dolería a cualquiera. Pero tampoco deseaba pasar la navidad con alguno de sus parientes, además quienes estaban más cerca de él eran sus tíos Genma y Ukyo que tenían un hijo llamado Souji, el cual se pasaba la vida molestando al moreno sólo por diversión. Y no se diga de su prima Aoi, una chica fanática de las motos que lo amenazaba cada cinco minutos para no acercarse a sus amadas motocicletas. En definitivo, prefería quedarse el solo aun sintiéndose muy infeliz por ello.

Días después...

Era tiempo ya de colocar el árbol de navidad, los adornos que conmemoraban las cercanías del fin de año estaban dispuestos desde días antes: el kagami mochi – tortas de arroz-, shimenawa - soga sagrada y el kadomatsu –pino de entrada-, que representan los deseos de una vida larga, saludable y próspera. El pino que simboliza la resistencia, las ramas de bambú, la constancia y la virtud, el helecho, abundante en hojas augura prosperidad para el nuevo año, la naranja dai dai que su pronunciación significa "de generación en generación" y simboliza la continuidad y la permanencia. Y, por último, no debe faltar la langosta de mar que, con su torso encorvado, como las espaldas de los muy ancianos, representa la longevidad. Así pues, estaba conformada la ornamentación en la mansión del pelirrojo, ya solamente faltaba adornar otro pino, pero al estilo occidental, con esferas y focos de colores para que al día siguiente se abriesen los regalos dejados por Papá Noel.

Akane y Yukari disfrutaban enormemente de aquel momento, Kaoru, aunque quisiese no podía unirse al alboroto ya que estaba demasiado ocupado revisando y planeando estrategias para aumentar las ganancias en los negocios de la familia, y a Iori únicamente se le permitía observar. Cosa que para él no era castigo ni mucho menos, puesto que desde el año en que murió su madre él dejó de entusiasmarse con aquellas superficiales costumbres. El ajetreo se percibía en toda la casa, en la sala, en la cocina, el comedor; todo el piso inferior estaba lleno de criados y familiares que llegaron para celebrar con ellos las fiestas. Por lo general era gente adulta, la única persona que podría pasar un rato entretenido con ellos era su padre, claro, hablando en el sentido de que los negocios sean algo interesante y divertido.

Yagami dio un hondo suspiro caminando en dirección a su recamara, lugar en que se le ocurrió llamar a Kyo, sólo para ver que tal la estaba pasando. Pensaba, aunque de forma errónea, que seguramente su "amigo" lo estaría pasando de maravilla ya que sus padres lo querían mucho, sumándole a esto que era hijo único.

KURAKU I: COMO ROMEO Y JULIETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora