Capítulo XXVIII: Kimi ni fureru dake de. Shikomu: shinpi no kagayaki.

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NOTA: En este capítulo se tratarán temas que podrían parecer ofensivos para algunas personas. Este Fan-fic está recomendado para mayores de edad y personas de amplio criterio. Si lo lees es bajo tu responsabilidad.

Iori llegó sin aliento a la casa de su moreno debido a las prisas con las que se dirigió a su encuentro. Entró jadeante a la casa, quitó sus zapatos, el moreno se acercó de pronto para tratar de besarlo más impulsivamente el pelirrojo se hizo hacia atrás; cosa que desconcertó al otro muchacho, pero Yagami se excusó diciendo que estaba un poco incómodo puesto que entrenó toda la tarde y no pudo darse un baño antes de salir de casa por lo que se sentía sucio. Al oír aquello Kusanagi sonrió y tomándolo de la mano condujo a su amigo hacia una de las habitaciones...

– Puedes bañarte aquí. Si gustas – decía Kyo sonrojado hasta los párpados

– Hai. Arigato – contestó Iori con agradecimiento infinito.

El moreno le tendió unas toallas, diciéndole a su vez que él se iría a bañar a su cuarto; pero algo que llamó la atención de Yagami fue el que su amigo le preguntase el tiempo que tardaría en bañarse, era la primera vez que hacia eso y no tenía la más remota idea el porqué de la pregunta. No obstante, le dijo que más o menos veinte minutos, pero que después de salir lo vería enseguida. Kyo salió del cuarto, ya solo el pelirrojo comenzó a desnudarse en el baño, abrió la llave del agua caliente para que se llenara la tina mientras el se daba un rápido remojo en la regadera; recordemos que antes de meterse a la tina, en Japón acostumbran purificarse para no ensuciar el agua de la misma.

Cuando Iori se introdujo completo en el agua caliente sintió un gran alivio puesto que sus entrenamientos cada día eran más y más pesados, se relajó y disfrutó cada minuto ahí dentro. Pero, aunque le fascinaba estar en el agua, no podía tardarse mucho tiempo puesto que ya le había dicho a Kusanagi lo que tardaría en ducharse; así que con todo el dolor de su corazón se levantó, con una toalla tapó sus partes nobles y se dispuso a salir del baño. Uno de los interruptores para la luz en aquella habitación estaba ubicado junto a la puerta del baño, tentó la pared hasta que dio con el susodicho, apagó la luz del baño y cerró la puerta tras de sí. Volteó. Cuál es su sorpresa al encontrar a Kyo en la cama, cubierto únicamente por una bata de baño blanca, sosteniendo un pastel en sus brazos, y engalanados ambos con un mega moño rojo, del mismo tono que las mejillas del moreno.

– ¡Feliz cumpleaños Iori! – exclama Kusanagi al mismo tiempo que ve acercarse al otro muchacho. El cual se sienta junto a Kyo, está embobado. Aunque lo tiene enfrente aun no puede dar crédito a sus ojos.

Acaricia la mejilla de su amante con total incredulidad, quita con cuidado la envoltura de ambos obsequios (moño), un "gracias" se escapa de su boca, y sus labios buscan los del otro con cuidado y tiernamente. Se besan. Dejan el pastel a un lado colocándolo en la mesita de centro que está en medio de la habitación, separada un metro de los pies de la cama cuya blanca colcha será testigo esa noche de la entrega entre dos amantes. Kusanagi suplica a Iori que apague la luz, la vergüenza y el miedo quieren apoderarse de él nuevamente. Trata de dominarlos, Yagami se da cuenta y le pregunta si está completamente seguro de lo que están a punto de hacer, Kyo asiente; Iori despoja dulcemente a su amante de aquella estorbosa bata, únicamente la tenue luz de la lámpara, sobre el pequeño buró junto a la cama, lo deja admirar a su pareja. Lo mira fijamente, nunca antes lo había visto completamente desnudo; Kyo se sonroja y se estremece al sentir las manos del pelirrojo viajando por cada centímetro de su piel mientras unen sus labios en variados besos. Iori se deshace de la toalla que lo cubre, el moreno admira aquel cuerpo, se emboba ante el como aquella vez en las regaderas de la escuela, con una pequeña excepción: está vez puede tocar.

Lentamente es recostado en la cama, el pelirrojo acaricia su cabello al tiempo que le da un apasionado beso que recorre no únicamente sus labios sino su cuello, su pecho, su abdomen, su vientre, todo él. De su boca escapaban leves gemidos y el sudor cubre el cuerpo de ambos; Iori mira a su moreno, los ojos cerrados y la expresión de placer que su rostro refleja le dan la seguridad de continuar. Aún con un poco de duda por la última vez que se atrevió a hacer algo así, el pelirrojo comienza a dar placer oral a su pareja; lenta y rítmicamente, con su lengua recorría el glande del moreno, dándole suaves caricias de vez en vez, Kusanagi se aferraba fuertemente a las sabanas y arqueaba el cuerpo cada vez que su amigo tocaba un punto clave en su miembro. Estuvo a pocos segundos de eyacular, pero se dio cuenta a tiempo, con esfuerzo sobrehumano apartó a su compañero de tan deliciosa labor, para así poder resistir más tiempo. El pelirrojo comprendió y se detuvo unos instantes. Tiempo que aprovechó para dirigirse hacia aquella pequeña entrada en el cuerpo de su amante, comenzó a estimularlo suavemente con su lengua, el moreno separó más las piernas para dar facilidad al pelirrojo, el ambiente en la habitación era cada vez más acogedor. Yagami introdujo a su boca el dedo medio de su mano derecha lubricándolo por completo, subió un poco su cuerpo quedando su rostro muy cerca del de Kusanagi; lo besó con ternura mientras introducía su dedo en Kyo, este por impulso contrajo todo su cuerpo, aquello había sido doloroso, no obstante después de unos segundos aquel dolor disminuyó...

KURAKU I: COMO ROMEO Y JULIETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora