La Suite del Piso Quince

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Lloré, pensé que me había convertido en otra persona, en alguien ajeno a ti y nunca me habia dado cuenta que aferrarme a ti fue lo que me hizo mal, no podía perder la oportunidad que se me estaba presentando, solo me quedaba secarme las lágrimas y seguir adelante, con o sin Julieta no volvería a tocar fondo.

Llame a Angelo para decirle donde estaba y el fue a buscarme, fuimos directo a su departamento y recogimos las pocas cosas mías que habían en el, ya era una decisión, tomaría el empleo. Llegamos a eso de las ocho de la noche al hotel de nuevo, desempaque mis escasas maletas y me acosté a dormir, muy ansioso por lo que pasaría mañana, no podía esperar para empezar a trabajar y rehacer mi vida, una vida sin ti.

Al otro día me desperté súper temprano, ni yo podía creer como fue que madrugué tanto, no soy muy fanatico de despertarme temprano en la mañana, me alisté lo más bien que pude para la ocacion y fui en busca de Don Juan; llegue a su oficina y el me dio la bienvenida.

- ¡Buenos días muchacho!, ¿Como pasaste la noche?, ¿Emocionado por empezar?.

- Buenos días señor, muy bien, dormí como un bebé, ¡Usted dígame lo que tengo que hacer y ya mismo me pongo en labor!.

- Acompáñame entonces.

Me acompaño hasta la entrada del edificio y me explico mi trabajo.

- Esta será tu nueva mejor amiga, dijo el señalando la puerta de entrada, tú vas a abrir la puerta a todo el que entre al Hotel, le preguntaras si se van a quedar o cual es el motivo de su visita, luego el resto del personal se encargará de recibirlo y luego le llevarás las maletas a su respectiva habitación. Cualquier cosa que necesites, búscame en mi oficina, si no estoy ahí entonces estoy en mi casa, la Suite del piso 15, ¿Todo claro?.

Le dije que si y me puse a trabajar, no era un sitio donde llegaran muchas personas, de hecho, mis compañeros me decían que llegaban a ciertas horas, sentía que era el guardia de un palacio o algo por el estilo, que extraño, me sentía bien, eso no es muy común en mi. Cuando llegó el medio día empezó a llegar una avalancha de gente, no sabia de donde salían tantas personas, tuve muchísimo trabajo y eso me distrajo bastante, al cabo de unas horas ya estaba realmente cansado, ¡¿Como hay personas que pueden llevar tantas cosas en sus maletas, acaso se mudarían o que??.

Todo iba normal, pero como siempre me pasa a mi, esto dio un giro muy inoportuno. La gente paro de llegar, y vi que tenía un rato libre antes de mi hora de almorzar, me llamo la atención un auto que se estaciono justo en frente del Hotel (en un sitio donde era prohibido estacionarse), antes de que pudiera acercarme al vehículo, note dentro de él una silueta un poco conocida, esto no podía estar pasándome a mi, era Nicole junto a una amiga.

- ¡¿Como es que esto me está pasando justo ahora?!, pensé, ¿Que puedo hacer?.

No entiendo por que me ponía tan histérico solo tenía que hacer mi trabajo. Ella se acercó a la puerta y la recibí.

- ¿Mateo?, ¡Hola!, te acuerdas de mi, me dijo con una alegria tan calida.

- Hola Nicki, claro que me acuerdo de ti, ¿Como estás?, le dije a penas conteniendo la vergüenza.

- Muy bien, no sabia que trabajabas aquí, que coincidencia.

- Bueno yo lo llamaría destino, las coincidencias no existen.

- Tienes razón...

- Y bueno..., ¿que se te ofrece?.

- Mi amiga acaba de llegar a la ciudad y están arreglando mi casa, decidí venir a acompañarla y quedarme unos días aquí con ella, me han dicho que este Hotel es muy bonito.

- Si, es súper lindo, entonces, ¿Una habitación para dos?.

- Si por favor.

- ¡Listo!, pasa con el chico de allá y el té dará la llave.

- ¡Que idiota eres Mateo!, ¿Que es esa estupidez de "las coincidencias no existen"?, no la termines de arruinar, me dije a mi mismo mientras Nicole y compañía seguían con el proceso, estaba esperando a que terminaran para llevar sus maletas.

Su chequeo había terminado y fui casi corriendo hacia ella para tomar su equipaje.

- Permiso señorita, déjeme llevar su pesado equipaje directo a su castillo
- Uy, que caballero, muchas gracias "Don Señor Mateo".

Al llegar a la pieza y dejar toda sus cosas procedí a hacerle una propuesta:

- E aquí su palacio, cualquier cosa que la Reina necesite solo dígame y su súbdito estará aquí lo más rápido posible.

- Que lindo, gracias por todo, pero sabes que mi amiga está muy cansada por el viaje, dice que se quedará a descansar un rato y no quiero quedarme encerrada, ¿Podrías hacerme un tour o algo así?

- Justo en un rato es mi hora libre, podemos salir a almorzar si quieres.

- Me parece perfecto.

- Entonces su leal súbdito la estará esperando en una hora en la recepción.

- La Reina asistirá a su noble invitación caballero.

Nos despedimos, cuando terminó mi turno fui lo más rápido que pude a cambiarme de ropa (no iría con uniforme), y a esperar, estaba nervioso, aunque jamás me espere que ese día, en ese lugar, ocurriera la mayor revelación de mi vida.

Desgarro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora