Noveno Capitulo (Especial)

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-¿Por qué rayos no nos dejan entrar?

-Tal vez no hayan terminado

-Han pasado seis hora, ¿Cómo que no han terminado?, ¿Es que son tortugas?, no más bien son retrasados.

-No digas esas cosas, están haciendo su trabajo, Cómo se nota que eres joven

-No pues gracias

Para ese momento había recorrido el pasillo del hospital unas 110 veces y mirado por los pasillos unas 200 esperando que llegara un maldito doctor y me dijera que estaba pasando. Llevábamos ocho horas en el hospital y hace 6 horas no nos daban noticias. Estaba que echaba humo por todos los huecos de mi cuerpo, y algo era seguro, apenas viera a algún doctor lo estrellaría contra la recepción por no haber salido antes, y de paso contra la maldita enfermera que no se había dignado a decirnos nada, solo estaba sentada en su cómoda silla limándose su malditas uñas y hablando por el sitofono para decir cosas sin sentido como: “Doctor Halfwarer lo necesitan en la recepción del piso dos”. Yo sabía para que lo necesitaban, cada vez que el doctor Halfwarer llegaba (que eran más de las normales), la enfermera le decía “Necesito que revise unos papeles, están en la habitación de documentos ¿Seria usted tan amable de seguirme?” Y ambos desaparecían tras el pasillo al “salón de documentos” a documentarse entre sí.

-Siéntate ya niña que me estas mareando.

-¿Cómo puedes estar tan tranquila?- Pregunte incrédula, mi madre estaba sentada, con sus piernas cruzadas y leyendo una revista. -¿No estas preocupada?

-Claro que lo estoy, pero pasearme por el pasillo como una loca no ayudara en nada. Así que siéntate y respira hondo porque me estas poniendo más nerviosa.- Iba a poner protesta pero lo pensé mejor, mi madre era igual que yo, tercas a morir y por su edad ella me tenía mucha ventaja. Me senté a regañadientes al frente de ella y comencé a mover los pies de un lado a otro, pegando mis rodillas entre si y después separándolas. Era una vieja costumbre y lo hacía cuando estaba impaciente o nerviosa ah, y cuando quería asesinar a una persona y en este momento estaba con las tres emociones a flor de piel.

-Deja de hacer eso también- Me regaño mi madre bajando la vista de la revista y mirándome con su ojos azules oscuros fijamente. Ella sí que sabía intimidar.

-Pero si aquí están mis amores- La voz salió por el elevador y un hombre de metro ochenta (realmente apuesto si me lo preguntaban) salió de este con dos vasos de café en sus manos.

-Cariño, creí que te había perdido.

-¿Cómo se te ocurre eso?, conozco este hospital como las palmas de mis manos- La voz de papá era grave pero dulce, tenía una ternura en su tono que inspiraba confianza y su delicioso acento inglés marcándose en cada palabra.- La cafetería estaba a estallar de personas, al parecer muchos niños decidieron nacer hoy.

Papá se acercó a nosotras y le extendió un vaso a mi madre para que lo tomara, ella lo hizo y le dedico una sonrisa cargada de amor y adoración, seria lindo que alguien te sonriera así alguna vez, pensé. Mi padre le guiño un ojo y se volteo en mi dirección, se acercó y planto un beso en mi frente mientras me extendía el otro vaso.

-¿Cómo está mi florecita?

-¿Cómo crees que estoy?, aún no sabemos nada de nada, y maldito doctor no se digna a dar la cara.-Mi padre rio, otro relajado más, lo que faltaba.

-Como se nota que aun eres muy joven- Otro con la misma frasecita.-Tranquila Alex, todo va salir bien.

No sé si era algo en mi papa, pero cada vez que él decía algo así inmediatamente me tranquilizaba, él era el cuerdo en la familia. Mi madre era, bueno digamos que mi madre era el espíritu y la que nos mantenía unidos, ellos eran muy distintos, como día y noche, él era calculador, tranquilo y tierno y ella era nerviosa, espontánea y muy, pero muy exasperante. Pero juntos se complementaban, él la tranquilizaba y ella lo prendía, y no me mal entiendan, no me refiero a ese sentido, malpensados, más bien a que lo hacía sentir alegre y lleno de vida. Puse mi cabeza sobre su regazo y me permití cerrar los ojos por un momento, llevaba casi un día sin dormir y ya me estaba empezando a hacer falta.

¿Cómo deje que pasara esto? (pausada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora