II; Three minutes

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Tres minutos.
Tres minutos en los que Lexa había bajado la guardia y el mundo había dado un giro de 360 grados.
La noticia de que Ivyanna no estaba en todo Polis y alrededores le había llegado en la noche anterior. La última vez que la había visto era en la mañana, cuando la menor había salido a jugar con los otros niños de Polis antes de cumplir con sus obligaciones. Bajó la guardia tres minutos en los que se relajó demasiado.
Escuchó un pequeño grito fuera de los muros de la capital y salió casi corriendo de la Torre para preguntarle al guardia que vigilaba esa zona qué había ocurrido. Él había respondido que nada, que habían investigado la zona y no había nada.
El guardia le había respondido en inglés, cosa que le pareció muy raro pero le restó importancia y volvió a la Torre para atender sus asuntos del día.

No fue hasta el atardecer cuando Indra se presentó ante la comandante, preguntándole porqué Ivyanna no había asistido a las clases de ese día. Lexa le respondió que no tenía idea, que la niña misma le había dicho que jugaría un rato e iría a las clases.
La comandante pensaba que quizá había sido una travesura de niños, que se había quedado jugando y no ir. Su preocupación creció cuando estaba por anochecer e Ivyanna no se presentaba en la Torre. La encargó a sus guerreros disponibles que la buscaran por todo Polis y sus alrededores por si la niña estaba escondida.
Lexa no pudo evitar pensar lo peor ¿Y si Nia la había secuestrado como había hecho con Costia? Si así era, iría personalmente con Nia y le cortaría la cabeza, sin antes hacerle cientos de cortes en el cuerpo.

—¡Heda, Heda!¡Intruso!—un par de guardias entraron sin tocar en la habitación del trono con un hombre a rastras.

—¿¡Qué sucede!?— Lexa se paró y tomó su cuchillo por si algo se salía de control.

—¡Es un intruso!— dijo un guardia poniendo su espada en el cuello del intruso. Era el mismo hombre que hoy le había dicho que no había nada fuera del mundo— Se vistió de guardia del muro, Heda. Sabe que pasó con Heinefa.

—Que hable ¡Ahora!— todo esto solo confirmaba sus sospechas, poniéndola más nerviosa.

Los guerreros le sacaron la mordaza que tenía en la boca al falso guardia, sin sacarle la espada de su cuello.

—¿Dónde está la niña?— preguntó mirándolo fijamente a los ojos. Estaba hablando en inglés, algo que debía ocultar pero en ese momento no importaba— Si Nia la tiene dile que la mataré con mis propias manos.

El intruso largó una carcajada.

—No sé quién es "Nia". Capturé a su princesa, la atrapé, la desmayé y mi colega se la llevó. Está en Monte Weather, donde en este momento deben estar extrayendo toda su sangre o sometiéndola a diferentes y muy dolorosos tratamientos como a una rata de laboratorio— respondió el hombre con una sonrisa cínica. A Lexa le hervía la sangre—. O quién sabe, quizá los guardias de allí la utilizan para divertirse.

Lexa le clavó con toda su furia el cuchillo en la pierna. El hombre gritó de dolor y el guardia apretó más las espada contra el cuello del montañés.

—¿¡QUÉ MÁS SABES!?— exigió.

—Utilizan su sangre para recuperar a los otros de la radiación su fueron expuestos, yo recibí mi tratamiento y por eso est-

El montañés no pudo seguir hablando porque Lexa le partió la cabeza con una fuerza descomunal con un hacha que había tomado de uno de sus guardias. Toda la habitación terminó manchada de sangre, al igual que la cara y ropa de Lexa. Le había caído la ficha, esas desapariciones de su gente una vez al mes era culpa de Monte Weather. Haría pagar cada vida tomada y cada daño causado.

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