Su labial rojo favorito

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[Advertencias: Violencia y muerte]

Las mujeres siempre olían rico, eran suaves y sus voces eran melodiosas, sus abrazos siempre son cálidos y sus palabras siempre son reconfortantes. Sus ropas siempre eran coloridas, bonitas, se movían al viento con gracia y tenían infinita variedad de accesorios para combinar un simple vestido y hacerlo lucir increíble. Jeonghan siempre lo había sabido, desde que era pequeño y pasaba horas en el cuarto de su madre revisando su tocador, fascinado por los perfumes dulces, las cajitas llenas de pendientes y collares hermosos de piedras de todos los colores, deseoso de probar cada uno de los colores de su maquillaje y ponerse las orquillas más lindas en su cabello negro que tanto adoraba haber heredado de su madre.

La primera vez que había pintado sus labios tenía 8 años, estaba solo en casa y había estado mirando el tocador de su mamá. Tomó su labial favorito de todos y se encerró en el baño, con el corazón latiendo a mil. Sin saber absolutamente nada de eso, pintó sus labios de ese intenso carmín que inmediatamente contrastó con su pelo negro y su piel infantil pálida. Se miró al espejo apoyado en el lavamanos, agregando un poco de color, tratando de emparejar lo más posible y verse tan hermoso como su madre se veía cuando se maquillaba antes de ir de compras cada mañana. Se echó un poco de labial en un dedo y con cuidado dio toquecitos en sus pómulos, recordaba haber visto a su madre hacerlo. Entonces analizó su propio rostro, mirando sus cejas claras, mirando sus ojos oscuros, sus pestañas largas, sus labios delgados y rojos, el lunar en su mejilla, sus pómulos enrojecidos por el rubor, los dos lunares en su cuello. Tocó sus orejas, peinó un poco su pelo con los dedos, volvió a mirarse y sonrió, ansioso, emocionado, hasta que un golpe a la puerta lo sacó de su ensimismamiento y el pánico tomó el lugar de la felicidad que comenzaba a envolverlo.

Tomó papel higiénico por montones y comenzó a limpiar su rostro desesperado, esparciendo aún más el color. Se asustó cuando volvieron a golpear, sintiendo el dolor de estómago crecer, mojó el papel y trató de limpiarse ensuciándose más.

- ¿Hani eres tú? – escuchó la voz de su madre y Jeonghan tembló.

- ¡S-sí, salgo en seguida! – respondió tratando de sonar normal.

Cuando logró sacar lo mayor posible, dejando un suave tinte rojizo en sus labios, metió el labial en su bolsillo y salió del baño nervioso. Encontró a su madre en la habitación, mirando su tocador.

- Cariño, ¿Has visto ese labial que tanto me gusta? Juraría que lo dejé aquí – murmuró, moviéndose a la mesita de noche y revisando una de sus carteras por si lo había dejado ahí. Jeonghan tragó saliva, nervioso, acercándose al tocador dándole la espalda, intentando meter la mano a su bolsillo sin llamar la atención.

- ¿Segura de que no está aquí? – Dijo y se giró mirando al maquillaje, envolviendo el labial con su mano temblorosa - ¡Oh! – Fingió sorpresa y se lo mostró - ¿Es este?

- ¡Si, ese es! Qué torpe soy, lo busqué y no lo vi – rió tomándolo de su mano y dándole un beso en la cabeza. Se detuvo unos instantes y lo miró, haciendo que Jeonghan se pusiera nervioso - ¿Pasa algo pequeñín? – le preguntó y Jeonghan negó con la cabeza.

Su madre solo rió y se sentó al tocador para peinarse y pintar sus labios con ese lindo labial rojo que a Jeonghan tanto le gustaba.

Su madre era hermosa, y su risa era tan suave y su perfume tan dulce.

Tenía 10 años cuando su madre lo descubrió. Su padre nunca estaba en casa, era un borracho que trabajaba por día en distintos lados de la ciudad, y cuando llegaba a casa estaba tan alcoholizado que se lanzaba al sillón, encendía la tele a un volumen estruendoso y se quedaba dormido boca abierta roncando fuerte. Su madre, por el otro lado, trabajaba duro desde la mañana hasta cerca de las 6 de la tarde por lo que Jeonghan pasaba gran parte de sus días solo, disfrutando de los perfumes dulces, los tacones que hacían crujir las tablas de la casa con cada paso mientras caminaba por el pasillo, cubrir su rostro de maquillaje imitando las revistas de moda que escondía bajo una tabla suelta junto a su cama y modelar frente al espejo las joyas, sombreros, vestidos que le quedaban enormes y las horquillas tan lindas que podía encontrar en ese tocador infinito.

Las estaciones [JiHan/Jicheol]Where stories live. Discover now